ENCUENTRO DE POETAS
(recolectando pétalos de rosas)

A ese ser que llevamos dentro, que nos seduce e invita a plasmar nuestros credos y vivencias en hojas mágicas de verdad. Ese ser que nos lleva a caminar por parajes desconocidos, que nos sitúa en diversos escenarios y nos colma el alma de distintas emociones. A ese ser que en algún rincón remoto permanecerá, pese a él, pese a mí, pese a todo, porque soy por esencia recolectora de belleza.

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En aquel bar se reunieron los memorables poetas. Habían acudido al llamado secreto y oculto de sus respectivas musas. No podían sino hablar de ellas; sin embargo algo ocurrió que no pudieron controlar.

El lugar era perfecto para capturar las ideas que flotaban en el aire. Todo era nada y el tiempo se escapaba demasiado raudo. Él habló primero y dijo:

“Mi vida vacía
peregrina vuela
por aquellos rincones
que tu alma sueña”.

Aún no hablaban de sus musas y el tiempo seguía transcurriendo inexorablemente. Sí, es cierto, él quería tener un encuentro, pero ella ansiaba algo más. Su alma felina quería pasión y lo tomó de la mano para que huyeran juntos de sus inspiradoras. Le dijo,

“es cierto que quizá no nos sea permitido el sentimiento febril, pero si huimos juntos ciertamente lograremos encontrar algo que nos libere el alma”.

Él permaneció callado y el silencio se hizo eterno. En esos momentos ya no importaba la hora y sólo permanecía de él su mirada, que por cierto, estaba a punto de desaparecer. Luego rompió el hielo diciendo:

“si el amor tiene mil formas y colores…,
¿querrá Dios que conozcamos todos los matices?”.

La noche caía y los dos poetas comenzaron un duelo de versos. Deshojaron uno a uno sus más profundos pensamientos. De pronto descubrieron que sus musas habían desaparecido ante la afrenta de sus antes iluminados escritores.

Entonces los versos que volaban libres fueron capturados uno a uno y plasmados en hojas mágicas de papel y de aire. Todas las ideas, locas y cuerdas brotaron desde un manantial divino que yacía antes inerte en el mismo lugar.

La vida llegó y los poetas descubrieron cosas nuevas. En pétalos de rosas rojas y blancas fueron registrados los dulces besos de amor que se dieron y entonces todo cambió.

©® Carolina Aldunce