DEJE QUE ME INVADIERA TU RECUERDO...

Disculpame,
pero ayer me vi debil y cobarde
y deje que me invadiera tu recuerdo,
deje que cobraran vida nuevamente
aquellos muertos
y se levantaron majestuosos
los pilares de una civilizacion
que se erigio
en adoracion tuya y de tu cuerpo.

Disculpame
por que no supe ser fuerte
y en un arranque de locura
abri en pedazos el alma
a los acechos de todas las torturas,
y se regodearon en dolor
y sentimientos las evocaciones
que habia sepultado
y no pude (o no quise) mantener bajo cerradura.

Disculpame
por que al hacerle el amor a aquella
que hoy esta a mi lado,
sin querer las formas de tu ser (que nunca fueron mias)
se amalgamaron en su piel
como hace el cielo con el mar
en el crepusculo del ultimo verano.

Perdoname
por que no supe ser fuerte como tambien
en aquel entonces debi serlo
y muerto de rabia y de coraje
derrame el llanto que me quemaba
como rocas encendidas
y que hacia marcas
en mi rostro casi yermo.

Por que deje
que se desangrara el alma nuevamente
mencionando tu nombre
y los besos que jamas quisiste darme,
por que me puse a extrañar
la tersura de tu piel,
manjar al que nunca me invitaste
y del que me converti solo en mendigo
de las migajas que quisieras regalarme.

Perdoname
por que me permiti el pecado
de extrañarte
con la fuerza de los miticos titanes del olimpo,
que arranque del tiempo pedazos de lo que habiamos vivido
y con ellos me teji una manta
para guarecerme del acecho del maldito frio.

Deje que me invadiera tu recuerdo
y con el, hordas barbaricas
de dolencias ya vividas,
se maceraron mas que antes
las cicatrices de ya viejas heridas
y vi como mi orgullo se manchaba
con las gotas carmines de lagrimas secas y marchitas.

Perdoname.

Perdoname
por que habia prometido ante Dios mismo
que nunca mas habria de pronunciar lo pagano de tu nombre
ni a soñar de nuevo con las notas de tu voz,
pero ayer fui debil de la carne
y buscando en mi armario desesperadamente
encontre la foto aquella
que no he querido destruir
como medio unico de salvacion.

Deje que me invadiera tu recuerdo
y traigo una pena que no puedo contener,
maldita sea, que tu esencia no se borra
no importando si vivo mil vidas,
aun tengo la desgracia de saberte padecer.

ANDRES MANRIQUEZ.