Una cerilla se consume en un alarido fulminante al encender mi cigarrillo, la pantalla del ordenador me ruega una revisión, vacunas de antivirus, configuraciones de sistema... es una extensión de mi que pide auxilio... ¡que desastre! Apenas puedo lidiar con la existencia propia y los delirios de Carmen. La tetera lleva 5 minutos silbando, el agua corre por el lavabo, la música, el frío, la nieve y en El Salvador no neva. Escucho al presentador del noticiero matutino por la televisión, las seis de la mañana y no le parece lo suficiente temprano para invadirme de estupideces, catástrofes y devaluaciones. Aun así hago el esfuerzo sobrehumano de acabarme el café frío. Abro el periódico y confirmo que el cretinismo no tiene límites en un lunes por la mañana. Salgo del apartamento y me sumo a la vorágine: el metro, la muchedumbre, trabajo, gritos, sudor, almuerzo, sonrisas, hipocresía y al fin otra vez en el apartamento. Contraataca el vacío, ese recurrente de todas las tardes, que te recuerda que estas solo, que en verdad no vives, vegetas. Al finalizar el capitulo, Arturo aspiro profundamente quería llenar de aire sus pulmones una ultima vez, de una puntapié apartó la silla. |