No hay nada personal, no es cuestión de edad o de suerte, es solo cuestión de naturaleza humana, de poderes; nadie se salva, afecta a todos aun estando atentos, cada día, cada noche, por más que uno muera sacando mil conjeturas para no llegar a esa especie de perversidad disimulada en realidad.
Provocación salvaje e intranquila, que posiblemente no me sirva de nada, que me hace más indefensa y me da rabia; espectro del sentimiento, salida del alma, lucro del cuerpo, mi gran utopía, un punto negro en la bruma, espejo de mi mundo perfecto y resplandor de mi definición.
Soy un insecto que flota, nada más y nada menos, perdida y encantada, pidiendo piedad mientras por mis manos se me escurre mi naturaleza insostenible. Caigo muerta a tus pies; no se amarte de otra forma. Quiero olvidarte pero mi sentimiento no se borra y no se por qué. Siento tanto amor y tanto odio y tantas otras cosas… tanto. Tu piel me devora, o yo la devoro, porque sigo siendo un insecto, mitad vivo y mitad muerto.
Inmensa soledad, terrible, temible y poderosa, tan delicada que se me escapa de las lágrimas, de las venas, de boca. Ya he sufrido mucho, ¿qué fue lo que pasó?, demasiado daño, profunda herida, algo en mi se rompió.
Me sobra y me falta corazón, lo he perdido y lo he encontrado tirado, lo reconocí por la agitación.
Dejaré de darle importancia a los asuntos pendientes, voy cayendo en la tentación de liberarme a los vientos del perverso destino, de aquel círculo abierto, revuelto, mezclaré el cielo y el infierno, mezclaré coraje, deseo, lívido y miedo.
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