¿Entonces no me acompañas a la manifestación?...preguntaba Darío a su amigo Fernando. No, la verdad hoy prefiero no asistir, ya vez qué quede de pasar por Leticia y anda medio molesta conmigo por el chisme ese de su prima. Pero hoy tal vez sea la ultima manifestación, ya vez que se llegó a un acuerdo de “no-agresión” en lo qué pasan las olimpiadas, insistió Darío. No compadre, me costo mucho trabajo convencer a Leticia y no quiero más pleitos, contestó Fernando. Pero mira van ha estar todos los del comité de huelga, total lleva a Leticia y después nos vamos al cine juntos, volvía a insistir. Sabes, mejor terminando el mitin nos vemos en el cine latino y después yo invito los tacos, ¿te parece?...Esta bien acepto de mala gana Darío, pero conste que tú pagas los tacos...sí compadre, río Fernando y se despidieron sin sospechar que sería la ultima vez que se vieran.
La tarde de ese 2 de octubre de 1968 apenas empezaba, la cita era en la plaza de las tres culturas en la ciudad de México, llamada así, por que ahí convergen tanto la cultura prehispánica, la hispánica y los modernos edificios de Tlatelolco. la temperatura era agradable, aún que posiblemente pudiera llover.
Entre los concurrentes existía el optimismo de qué el movimiento estudiantil contra el autoritarismo gubernamental mexicano, estaba avanzando, si bien las instalaciones de las dos más grandes instituciones educativas a nivel profesional de México, habían sido tomadas por el ejercito, también estaba la positiva reacción popular ante la marcha de más trescientos mil manifestantes, efectuada días antes, qué para evitar que el gobierno siguiera diciendo, que los estudiantes eran simples muchachos inmaduros manipulados por los comunistas, ¡todos marcharon en completo silencio!
Pero realmente la historia del movimiento estudiantil qué parecía más fuerte qué nunca, había empezado por una pequeña batalla campal entre preparatorias, qué fue reprimida duramente por la policía, provocando esto posteriores enfrentamientos entre fuerza publica, llamados granaderos, contra estudiantes. En donde fueron materialmente vapuleados los uniformados, teniendo que intervenir el ejercito en su auxilio, y así fueron marchas, declaraciones y posiciones tanto llenas de dignidad y valor como la del rector de la Universidad, Doctor Barros Sierra, qué renuncio por no aceptar las acciones del gobierno, misma que la propia junta de gobierno universitario no le acepto, como tampoco nadie podrá olvidar las declaraciones llenas de servilismo y cobardía de los entonces integrantes del congreso de la unión, apoyando al presidente de la republica. Sin embargo el movimiento seguía creciendo, los estudiantes mostraban orden y organización, desesperando con esto a todos los niveles gubernamentales, las peticiones de los estudiantes no eran difíciles de negociar, pero lo impedía años de “control político y social” qué no podía ser fracturado aceptando dialogar con una parte del pueblo, además que habían osado tomar el zócalo nacional, en una de las manifestaciones, situación nunca vista en el país dominado por una clase política, basada en disciplina institucional desde hacia mucho años atrás.
El primer orador hablaba de qué el movimiento “había despertado la conciencia ciudadana”...¡ya no estamos solos! se escuchaba su voz por medio del sonido instalado, serían como cinco mil asistentes, entre muchos estudiantes y algunos ciudadanos. ¡Mira nada más qué horas son estas de llegar! le reclamo Berta a Darío, Calmada preciosa, es que estaba hablando con el presidente de la republica para darle instrucciones, pero ya ves que el “bocón” es medio pendejo y no me entendía. Varios estudiantes voltearon sonrientes hacia Darío apoyando sus palabras. Mira continuo Bertha, ese chiste ya me la sé y no te disculpa por llegar tarde. Esta bien ..esta bien...pero mira viene más gente. Efectivamente ahora una joven de la escuela de administración, anunciaba que sectores de trabajadores estaban presentes. ¡Caray como chingan esos helicópteros! No dejan oír bien, por cierto ¿viste que cantidad de policías y soldados están ahora cuidándonos? Si Darío sobre todo cuidándonos, no sea qué nos portemos mal, comentó irónicamente Bertha. No; lo que pasa es que se supone que en la noche se reúne una representación del consejo de huelga con el gobierno, intervino otro compañero, ¿si?...entonces ¿estarán presentes los periódicos y la televisión, como se pido? Bueno eso me dijeron, ¡Qué bien! Entonces.... ¡ya chingamos!
Hermano Caballero Águila, de uniforme verde, como el color qué nos une en nuestra bandera.....¿por qué me disparas?
Mira Darío..ese helicóptero soltó una luz de bengala.
Darío volteo hacia donde le señalaba ...y algo exploto en su mente, esas luces que caían lentamente en crepúsculo del día, ¿qué significaban? El lo recordaba, ¿qué significaban?
La gente se noto inquieta, en las orillas de la plaza se notaba movimiento, el orador, algo decía que no se perdiera la calma.
Se veía en el edificio que servia de tribuna, gestos, señas y ...la voz repetía..calma compañeros....tengan calma....¿Qué chingados veía la compañera que hablaba? pensaba Darío.
¡Están disparando! ¡Son balazos! Se escuchaban qué gritaba la gente. ¿Disparos?....eso no puede ser, no en México...no aquí.....jamás ocurriría algo así....reaccionaba incrédula y descontrolada la mente del estudiante.
Bertha, mejor vamonos.
La vista de Bertha estaba fija en sus ojos, sus manos buscaron detener la caída del cuerpo de la joven.....¡Bertha! ¿Qué tienes?...
Ella recargo su cabeza en el pecho del descontrolado joven.
Levanto su cara hacia él y fue cuando notó el hilo de sangre que bajaba de la cabeza de su cómplice en el amor, como le decía cuando sus deseos sentimentales los unían en una caricia.
Su cuerpo fue deslizándose lentamente entre los brazos de Darío, quien gritaba desesperado, ¡alguien que me ayude!..¡por favor..alguien!
Pero ya todo era caos...las balas zumbaban cual abejones enfurecidos.
¿Para donde salir?...todos se movían, chocaban, caían, pero nadie avanzaba, no había escapatoria.
Darío, estaba inclinado sobre Bertha, nadie lo ayudaba, todos quería salir, unos golpeados por las proyectiles asesinos eran derribados, otros tropezaban con los cuerpos ya caídos o resbalaban por el río rojo que lentamente manchaba la plaza.
¡Nenita mía! aguanta, yo te sacare de aquí, gritaba el muchacho angustiado, cuando veía como los ojos de ella perdían el brillo tan coqueto y pícaro que la caracterizaba. No mi bonita...no...cuando un intenso ardor en la espalda, hizo que cayera al suelo, arrastrando al ya inerte cuerpo de su compañera...la oscuridad lo empezó a invadir, ya no se escuchan ruidos, ya no duelen las pisadas que la gente le propinaba, en su angustia por correr.....
Hermano Caballero Águila, de sangre roja, como el color qué nos une en nuestra bandera.....¿por qué me disparas?
Una suave lluvia rompió el silencio que reinaba. Solo sombras se percibían surcando la plaza.. ....¡Algo cargaban!...¡si!....se llevaban los ilusiones, los planes, las risas, junto con los cadáveres de tantos y tantos jóvenes, qué ya no provocarían rostros felices de sus padres cuando les entregaran su titulo profesional. Ya no habría bromas, ya no alegría...pues ya.. ¡no había vida!....una parte del corazón de México..su México murió con ellos
Las luces de una oficina de gobierno lucían prendidas, ahí estaba la bestia, ahí esperaba la noticia del resultado de su designio.
Sonó el teléfono interno, se apresuro a contestar, ansioso pregunto...¿ya todo termino? ...¿cuántos muertos?....esta bien..me parece razonable, lo felicito señor secretario..¿ y los periódicos que dirán mañana?....¡perfecto!...no olvidare esto jamás, ha hecho usted un gran servicio al país y a la patria...buenas noches... y colgó el teléfono. ....Pinches muchachitos pendejos, solo así entienden que este es un país de paz y derecho...dijo dirigiéndose al grupo de importantes personajes políticos que lo acompañaban solidariamente, en esa noche, en donde su valiente y justa decisión, salvo de las garras del comunismo productor de la anarquía y la destrucción de los altos valores nacionales.
Muy bien dicho señor...ahora si podemos realizar, las olimpiadas que mostraran al mundo que somos un pueblo que ama la paz.
Y todos los ahí presentes aplaudieron emocionados.
Darío nunca llegó a la salida del cine Latino, tampoco ceno eso ricos tacos que Fernando le prometiera, pero así como un México murió con él, también nació otro en donde aún no brilla la justicia, aún hay más lagrimas que risas, pero existe un horizonte, en donde ahora Bertha luce el brillo de sus ojos y muchos jóvenes ríen y bromean, ahí donde ningún irracional los podrá alcanzar.
Hermano Caballero Azteca, yo te perdono, por la pureza del color blanco que nos une en nuestra bandera
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