El humo de cigarrillo apenas permitía ver a la silueta que se contorneaba arriba del escenario. Cigarrillos rancios, el olor era intenso, el humo formaba una cortina negra que sobrevolaba las cabezas de los presentes.
Arriba, una figura enfundada en un vestido negro, de larga cabellera roja se dejaba oír a través del batifondo de los asistentes, bailándole insinuante, sugestiva, sensualmente al micrófono de pie. No se inmutadaba ante la falta de interés del público, imperturbable seguía su lamentos de amores idos y dolores del corazón al ritmo de la banda de jazz que la acompañaba como todas las noches en el escenario.
Al costado estaba la barra, el cantinero, un ex marine musculoso y lleno de tatuajes, escuchaba mientras lavaba unos vasos, del otro lado, apoyada en una de las banquetas Marian, la mesera de turno. Rubia, delgada, un poco, demasiado tal vez, sus ojos no perdían el brillo de antaño, cuando chica era una niña inquieta y con sed de aventuras, quien diría que terminaría en semejante antro en el bajo Flores, barrio marginal y peligroso para una mujer joven, y bella, y sola, como ella.
Ambos escuchaban la voz grave, un poco ronca tal vez por los cigarrillos que se empeña en fumar, la voz que suena todas las noches desde hace un par de Meses en el Public todos los días a partir de las 22. La voz de Blue Velvet se oía, se percibía, se adhería a uno por la piel y por todos los sentidos.
-“Mi love, mi love is deep like ocean….-
Se escucha y casi sin darse cuenta, estas pensando en ella, en su voz acariciante.
Todo en Blue Velvet, resume sensualidad, un algo a fatalidad y a tristeza como las canciones de su repertorio.
Ahí estaban, ella arriba del escenario, poniendo todo de si ante un público que le daba lo mismo que estuviera o que no, y abajo, en la barra jhon el cantinero y Marian, la moza, ambos hipnotizados por la misma voz, ambos con una sola idea, adueñarse de la voz y su propietaria, consolar ese pobre corazón roto.
Jhon , siempre sin éxito lo había tratado de hacer, pero Blue siempre fue muy fría y distante , siempre le cortaba mal el rollo y Jhon un poco dolido se quedaba tranquilo un par de días hasta que se recuperaba y volvía hacer el intento, pero otra vez el fracaso.
Marian , por su condición de mujer y por ser nueva, nunca lo había intentado tan abiertamente, si una cosa aprendes en la calle, es a ser discreta, por eso, mientras observaba a Blue no se podía sacar de la cabeza como hacerle saber como explicarle sin que se asustara, muchas lo hacían, como decirle que desde que llego, su voz se había adueñado de su corazón, pero pronto, seguro esta noche ya lo tenia decidido no sabía muy bien como, pero no pasaba de esta noche.
Bule termino el repertorio y bajo del escenario dirigiéndose a la barra, Jhon y Marian se crisparon al mismo tiempo, jhon con una sonrisa enorme se sintió ganador esa noche, “hoy se me da” pensó al verla venir tan decidida, pero no se dirigió a él, sino a Marian:
-Marian, linda no me acercas un trago al camerino, no aguanto más este vestido me lo quiero sacar ya, por eso no me lo tomo acá, ¿res tan buena de llevármelo? Te lo agradeceré de todo corazón-le dijo mientras s iba por una puerta al costado-ah, hola Jhon, ¿como estas?
La cara de decepción de Jhon por no ser el destinatario de la conversación no la pudo evitar, el andar de Blue parecía decir mucho más que solo pedir un trago, pero eso era parte de su encanto, ¡que diablos!. Eso era lo que más le gustaba a él. Marian, ante su sorpresa, pues si bien se conocían con Blue por trabajar juntas una arriba del escenario, otra abajo, con las bandejas, nunca se había dado la posibilidad de hablar ni siquiera para un trago, Blue siempre se iba derecho al camerino cundo terminaba, se cambiaba y se iba, así todas las noches sin excepción, salvo aquella noche que quería un trago.
Marian golpeó la puerta de la habitación que hacía de camerino, en la mano un vaso vodka con limón,
-Entra por favor-se oye desde adentro, frente al espejo esta Blue con una bata y sacándose el maquillaje-entra, entra, ah gracias-dice cuando le tiende el vaso Marian-¿Que?, ¿No te has traído uno? Que pena, no me gusta tomar sola, pero bueno podemos compartirlo- le replica con un algodón lleno de desmaquillante en la mano y con la otra haciéndole señas para que se sentara en la silla que estaba a su lado-hace rato que quería conocerte un poco más pero no me animaba-
Marian ante semejante declaración se queda helada, es justamente lo que quería decirle.
En ese momento, Blue que había terminado con el maquillaje, se estira sobre su silla y le planta un beso en la boca.
-No te molesta ¿no?
-No para nada-responde Marian con un hilo de voz, ese beso la había dejado sin aliento, era muchísimo mejor de lo que se había imaginado-es justamente lo que estaba necesitando- y fue ella la que busco la boca de Blue Velvet,
Luego de unos ardientes minutos, donde sus bocas se fundieron y sus manos se reconocieron, Blue se paró de pronto, Marian se asusto pensó que ya estaba, que ya no quería más, pero las palabras de blue la volvieron a sorprender.
-Vámonos a casa, estaremos más tranquilas y ya no quiero estar más aquí dentro, este bar me da náuseas- se vistió y se fueron por la puerta de atrás, nadie las vio, jhon, en la barra estaba indeciso entre ir al camerino y volver a intentar un avance con Blue o seguir calmo por unos días más, la buscó a Marian, pero al ver la hora supuso que ya había terminado su turno, al final se quedo en la barra, no iría a verla a Blue, por lo menos hasta mañana, hoy ya era tarde y los tragos que se había tomado a escondidas del gerente le estaban haciendo efecto, no sería un buen amante esta noche , en el caso que lo admitiera, quería ser el mejor cuando estuviera con ella.
Las chicas llegaron a la casa de Blue en menos de 20 minutos, el trafico no existía a esa hora y el camino hacia la zona de Palermo era bastante directo, Blue vivía en una casa vieja reciclada a nuevo, como los modernos loft tan populares por la zona, era grande espaciosa pero acogedora de un modo extraño, Marian no se sintió en un lugar desconocido, sino extrañamente sintió que era su hogar, ese que andaba buscando desde los 17, edad que abandonó su casa.
Comieron, conversaron y bebieron un vino tinto que Blue sacó de una bodeguita ubicada en la cocina.
El entendimiento era tal que se sorprendían mutuamente, era como si fueran viejas conocidas, tenían las mismas opiniones en muchas cosas, las vida las había golpeado casi de la misma manera, la comprensión que se profesaron y el amor que nación en esa mesa entre copas de vino, lágrimas y sonrisas fue increíble, poderoso, terminado el vino se dirigieron a la cama.
No hicieron el amor, se durmieron abrazadas una a la otra alegres de haberse encontrado, pues parecía un encuentro mucho tiempo postergado, la mañana las sorprendió entre abrazos y mimos, hicieron el amor con las primeras luces del día, lentamente, sus cuerpos eran viejos conocidos y se dedicaron toda la mañana a reconocerse.
Luego de ese día nunca más se separaron, era imposible pensar en eso, Blue siguió un tiempo más en el Public hasta que le llego una oferta de grabar un disco, una noche, cantando como siempre ante un público que no la escuchaba, sí había alguien con sus oídos puesta en ella, un productor de Blue Note, un caza talentos de jazz, y se la llevó, no volvió nunca más a cantar en bares de mala muerte.
Marian, al tiempo que se fue Blue, también se fue, no podía estar lejos de ella, además de su pareja fue su amiga, confidente, manager y asistente.
Jhon nunca supo la historia de ellas mientras estaban en el bar, fue de común acuerdo entre ellas que nadie ahí se enterara, querían evitar supuestos problemas, todavía piensa que tiene una oportunidad con Blue, a pesar de que ella nunca le dio motivos para tal suposición, el nunca perdió las esperanzas
Blue siguió en su casa de Palermo, pero ahora no estaba más sola, Marian al tiempo fue trayendo de a poco sus cosas del hotel donde estaba parando, fue algo tan natural y necesario, que no hizo falta que Blue se lo pidiera ni que Marian buscara su permiso, se habían encontrado y nunca más se iban a perder.
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