El exacto comienzo del fin del juego. Y vuelta a empezar...
¿Qué es el espacio temporal?. Aquel lugar en donde pasan las cosas. El transcurso de los acontecimientos. Una de las características de esta vida que más subjetivamente llegamos a interpretar, sentir y consumir. La relatividad del tiempo... Su importancia. Y su infinitud.... La eternidad de un segundo...
Cada día es una pequeña vida en miniatura. Cada día es diferente. Nos acerca más al final. Cada vida la vivimos a veces con la rapidez de un día... sin pararnos a respirar profundo y dejar de pensar por un segundo... o una decada, según como se mire. Vivimos la vida como si fuera un juego. Y, como en los juegos, al final morimos súbitamente. Despues... el comienzo.
07:00 h. El amanecer representa el nacimiento y la niñez de la persona. La aurora avisa de la llegada de un nuevo cúmulo de experimentos. Una nueva vida llena de vida comienza... Sin elegir el personaje ni el juego al que queremos jugar, nacemos. Salimos por fin de un caparazón que ha permanecido cerrado durante demasiado tiempo. Todo es nuevo. La luz y sus destellos nos ciegan el poco entendimiento o raciocinio que poseemos en los primeros años (horas) de vida (día). A largo de nuestro desarrollo como personas iremos perdiendo esta inocencia para ir infectándonos de multitud de tics absurdos... En estos inicios no sabemos lo que es entender, no sabemos donde estamos... hasta que nos lavamos la cara con agua fria. Piiiiii!!! El café está ya listo...
12:30 h. El mediodía simboliza el púnto álgido del desarrollo del humano. Hay estudios que demuestran que es por la mañana cuando más rendimos profesionalmente. Y es hasta los 18 años el periodo en el que mayor y más rápido crecimiento experimenta nuestro cuerpo. En esta etapa crece vigoroso como una espiga de trigo que ondea al sol. Es la época también en la que aprendemos casi todo; los valores que estén de moda inculcar en esa época concreta, las relaciones entre los integrantes de ese primer y crucial ente llamado familia, el significado de la amistad, los juegos, los ídolos, algunos miedos... El colegio también se afana por enseñarnos quiernes somos y de donde podemos venir.
14:20 h. La comida es el momento en el que apaciguamos el hambre voraz de amor y sabiduría. Los sueños se hacen más fuertes. Comenzamos a experimentar con el sexo. Nos rompen el alma. Disfrutamos con la variedad. El mundo laboral nos atrae a tirones y, poco a poco, nos damos cuenta de que nos encontramos destinados inevitablemente al mundo respetable, ya no somos niños... Sin embargo, o quizás por eso, es el momento de la vida en el que nos ponemos más en contra. En contra de la sociedad, de las normas absurdas que “alguien” ha creado. No nos gusta lo que hemos heredado. Pensamos que el sistema siempre se puede mejorar. Y nos damos cuenta que hemos armado un mercado equivocado e imperfecto. Y cuando hablo de mercado no me refiero al lugar del barrio donde uno acude en busca de frutas y verduras, sino al hijo que hemos creado con 1.000 millones de hambrientos crónicos y 600 millones de gordos, y del que hay gente que incluso aparece en los medios de comunicación diciendo que están hinchados de satisfacción y orgullo... Los grandes negocios crean grandes riquezas y grandes catástrofes. Los padres del caos venden el orden, y los políticos, empresarios y otros poderosos juegan sus cartas con la ventaja artificial que les proporcionan sus imperios, como si fueran mano durante toda la partida. La competencia real se corrompe, los controles caen liquidados y la concentración de poder deja migajas para los que no juegan bien al juego del capitalismo. Pero en esta periodo nos sentimos fuertes y pensamos ¡que lejos queda el declive, cuantas risas nos esperan hasta el atardecer! Pero, al final, como despues de comer, nos sentimos somnolientos... y nos sentamos en el sofá a ver la tele... dejando que nos idioticen...
18:33 h. En estos instantes nos damos cuenta que hemos vivido ya bastante día. Terminamos nuestra jornada laboral y nos disponemos a transaccionar con el dinero sudado e intercambiarlo por polvo en el mercado de antes. Impulsos que buscan sueños. Sueños que buscan impulsos nuevos. Y sentimos súbitamente la necesidad de llenar los huecos antes vaciados por nosotros mismos pensando en mostrar más tarde los bultos en nuestros bolsillos a los demás. Y luego decir en alto “Por fin me he establecido” (¡habrá algo más absurdo!) Nuestro cuerpo se va curtiendo. Las arrugas de la cara nos recuerdan los buenos momentos pasados. Pensamos en nosotros mismos a través de nuestros hijos, viéndonos reflejados en ellos inevitablemente. Y procuramos no perder la energia apoyándonos en costosas operaciones de estética...
19:38 El sol se pone. Quedos, contemplativos, despedimos al motor original de todo el juego. Una delgada línea rosa rasga el horizonte, mientras que el ritmo del tiempo se acelera. Parpadeamos y ...!ya se ha puesto!. La oscuridad ha llegado, casi sin darnos cuenta. El sosiego llega con el atardecer y la reflexión nos acerca al pasado Es un momento propicio para pensar, para dar rienda suelta a la imaginación. Un instante en el que crear, aportar algo intrínseca y únicamente nuestro, desde nuestro interior, sin dictados ni oraciones exteriores... ¿O no tenemos derecho siquiera a colorear el dibujo que han colocado ante nosotros? A pesar, y muy en contra de ello, nosotros seguimos preocupados por el trabajo, las letras, los hijos (como no), los precios, la casa, el coche, el plan de pensiones, el índice Nikkei, el 10% de descuento, la inquieta e inquietante inflación, la inseguridad ciudadana, el terrorismo, la violencia en sus múltiples manifestaciones, cegados por la búsqueda a cualquier precio del lujo o acaudalamiento personal. Miramos a atrás, pero sólo un instante. Durante ratos cortos. ¿Será porque nos da miedo lo que vemos?
21:27 El anochecer. Llega el otoño del alma. Engordamos a la hora de la cena y engullimos programas televisivos, que resultan ser espacios cómicos en los que, curiosamente, unos cuantos profesionales se ríen de la totalidad de la masa de espectadores. A la cara, y, como si fueramos sordomudos, sin percatamos de esta trampa tan lucrativa.
1:52 La madrugada de la vida nos hace algunos regalos que en ocasiones no nos hacen ilusión. Y en contadas veces, no nos gustan en absoluto. Los achaques se hacen cada vez más frecuentes, y nos sentimos incluso más frágiles de lo que en realidad somos. La noche es propiedad de los que sufren insomnio. A veces nos despertamos asustados de nuestras propias pesadillas, nos arrodillamos ante nuestra enorme ignorancia y suspiramos por la propia y debilitada seguridad. Dubitativos, nos ponemos a dar vueltas durante horas alrededor de la misma cosa, como si buscaramos los puntos de vista necesarios para poder decidir convencidos. Pero también la noche es el momento de los vividores, de los trasgesores, de los canallas. Y de los soñadores... Es durante la noche cuando más tendemos a reflexionar. Se nos echan encima innumerables pensamientos, a empujones, agolpándose... La luna se convierte en nuestra principal cómplice, y los contornos se hacen más difusos. Las personas que amamos parecen estar más cerca de nosotros. Evocamos otros momentos pasados, quizás mejores... Los gatos van en busca de nuevos romances, las estrellas vuelven a casa después de un fatigado día en sus puestos de trabajo, y los roces producen más escalofríos que nunca. Notamos como el cálido aliento del alcohol nos provoca estados de enajenación cuerda.
5:15 En este punto ya estamos borrachos de vida. La cabeza no nos responde con la lucidez de años (horas) anteriores. El sueño nos va consumiendo por momentos. Ya no tenemos miedo. Se nos brinda la última oportunidad para volvernos y mirarnos a la cara .. No nos hace gracia casi nada..No nos comprometemos con casi nada...No tenemos fuerza ni siquiera para plantearnos cuanta fuerza nos queda. Solo queremos que acabe el día. Que llegue pronto. Que el telón se deslice y la luz se encienda. Que el sentimiento de vértigo termine y deje de interponerse en nuestro camino. Que de una vez por todas se acallen las voces y se paren los coches. Que dejen de volar los aviones y que deje de deslizarse el agua por las laderas. Que dejen de ladrar los perros, de oírse los quejidos. Que ya no haya más perros. Ni más quejidos. Y después.... después, el fin. O el comienzo, quien sabe... |