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Inicio / Cuenteros Locales / La_columna / BUSCANDO UN PAPÁ PARA MICAELA. la columna de los lunes pequeños entre realidades y sueños. Por carloel22.

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Reconozco que a veces (la menor cantidad de ellas) tiene razón.
Otras (la mayoría) soy yo la que le enseño demasiado.
Usted pensará si estoy hablando de mi hijo, no tengo aún, solo tengo cinco años y hablo de un señor al que llaman mi papá.

Cuando empecé a ir al colegio, me dí cuenta que existía; generalmente uno no lo "ve" antes o porque no lo encuentra nunca en la casa, o porque de tanto verlo todos los días pierde su imagen.
Al darme cuenta que existía, intenté ignorarlo y para ello encontré la solución reemplazándolo con amigos, compañeros, amistades.
Con solo cinco años, mis deseos de tener estas soluciones reemplazables superaba en mucho mi capacidad para lograrlas, entonces cambié de colegio.
El cambio me hizo comprender que necesitaba algo mas que conseguir amistades, necesitaba de alguien.
Alguien cuya "no existencia" podía disimularse perfectamente en las entradas y salidas del colegio, también en las llegadas tarde, pero...
...pero que era difícil de reemplazar en los actos, en las reuniones, en las charlas con las maestras de grado, en la vida diaria de una estudiante madurando.
Pero como aquél que me había tocado en suerte como padre y que además aspiraba al cargo que yo no iba a darle, no existía en mi universo de porcelana, intenté elaborar toda una estrategia de comportamientos para poder reemplazarlo.
Necesitaba de alguien que se haya formado muy profesionalmente.
Actualizado con estrategias para la implementación de planes de capacitación y desempeño de educandos.
Graduado Universitariamente.
Que hable inglés no sería imprescindible para su tarea de padre, pero como necesitaba alguien de buena formación cultural, daba por descontado que seguro lo manejaba...
Tampoco debería ser un padre de "la vieja guardia", sino uno dinámico y exitoso.
Y con este aviso de búsqueda en las manos empecé a buscar papá.

El papá de Manuela, mi compañera de banco no serviría para ser mi padre.
Tenía un perfil ansioso, vivía contradiciéndose.
Cuando fuimos a su casa para completar la tarea diaria nos obligaba a rehacer la misma varias veces y con el mismo resultado. Desperdiciando su tiempo y nuestra energía. Evidente quería cubrir su sentimiento de inseguridad exhibiendo ante nosotras su conocimiento, típica forma de compensar su falta de decisión.

El papá de Tomás, en las reuniones de padres tapaba con su voz impostada, la de la maestra de grado.
Quería mostrarse como una enciclopedia ilustrada, sentir el aplauso, se mostraba deseable, gentil, agradable. Un padre con su ego en máxima expresión no serviría, atraería hacia mi todas las miradas y me haría sentir sonrojada.

A la maestra, su papá le inculcó el miedo a ser rechazada y condicionó toda su existencia a ese mundo irreal.
Resultado, teníamos una maestra que parecía una espesa crema de chocolate. Pegajosa, pesada y poco digestiva. Además a mi el chocolate, me saca granitos feos en la cara.

En la búsqueda, aparecieron también papás que nos llevaban a la plaza y en la vuelta del perrito intentaban conquistar chicas mas jóvenes. Nos usaban de perritos con correa sujetados y de nuestras travesuras de niños querían sacar una sonrisa a la futura conquistada. No quiero tener un papá que me use de baúl para guardar sus cosas incómodas y desagradables, esas cosas que no se anima a llevar a casa.

Y también aparecieron aspirantes que habían aprendido a conformarse con la vida que les daban a sus hijos. Argumentaban para justificarse que después de todo, cada cosa que les hacían vivir a sus pequeños, sería siempre mucho mas y mejor que lo que ellos vivieron y aspiraron a vivir de niños con sus propios padres.

"Pasó el tiempo y Micaela se hizo grande.
Cuando hoy por la tarde, llega a su casa y llama por el interportero una voz gastada del otro lado pregunta:

.-¿Quién es?.-

Ella contesta:

.-Soy yo.-

Y mientras contesta piensa en los metros que le quedan por recorrer la entrada, abrazar esa voz y susurrarle al oído:

.-Soy la que debería haber sido. No me importa como sos vos, lo importante es que pude descubrir que soy tu hija.-" piensa una Micaela mas grande.

Algunas veces (no siempre), en el orden del sentir, buscamos en la vereda lo que tenemos en el corazón. Lo importante no es que eso suceda, sino solo poder descubrirlo a tiempo.


Texto agregado el 31-01-2005, y leído por 288 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
03-02-2005 Es bueno, a veces, mirar para afuera y comparar, para descubrir que quien tenemos a nuestro lado, imperfecto, como nosotros mismos lo somos, es quien merece nuestro reconocimiento y valoración. Un abrazo... NEUS_de_juan
02-02-2005 Bella historia de Micaela. Un cuento a tu estilo y con una moraleja final que nos deja pensando. Y mirando hacia nuestro interior. Unabrazo, querido amigo Shou
02-02-2005 Bonita historia con una moraleja muy real. Me gustó leerlo. Saludos. nomecreona
02-02-2005 Profunda y bellamente escrita la historia de Micaela. Amigo Pedro: me has dejado meditabundo. Gracias por ello. Quizás algún día pueda hincarle mejor el diente al texto, si me dan las neuronas, pues sabes, soy un poco lelo. ¿Que hubiera pensado Sófocles, se me ocurrió, si hubiera leído el texto? (Si , ya se´, inviertiendo los personajes). En esta historia, en apariencia sencilla, ¡pucha que hay cosas entre líneas! Te felicito, noble amigo. Máximo islero
01-02-2005 Dulce Micaela, esas pequeñas cosas las que de verdad sirven. Millones de estrellas señor Columnista de los días Lunes. anemona
31-01-2005 Me encantó el texto y sobre todo la conclusión a la que llegas, muchas veces buscamos y buscamos en los demás cuando lo que no encontramos está en nosotros mismos; las pequeñas cosas, las imperfecciones son parte de la vida mi_mundo_paralelo_y_yo
 
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