Era de noche, la luna estaba oculta, la luz se había ido, el comercio estaba cerrado, no pudimos comprar velas, éramos como quince reunidos en la casa. Estaban unos amigos y amigas, mi hermana, mis primos y unos vecinos, por lo menos quince eran lo que estaban antes de que se fuese la luz.
Raúl, mi amigo de todos los años, con quien he bebido, parrandeado y puteado, me dice, vamos apretar senos y nalgas, yo tomando en cuenta la oscuridad de la noche, acepte la aventura, y comenzamos con el respectivo cateo de nalgas y pechos, algunas gritaban, otras insultaban, otras nisiquiera decían nada, de repente sentí que me tomaron por el pantalón, desabrocharon mi correa, abrieron el botón, bajaron el cierre y sacaron mi miembro viril de su lugar, estaba oscuro, no se veía nada, y succionaron mi miembro, con desenfreno, con hambre, con ansiedad, como una prostituta ninfomana, de esas que disfrutan el sexo l máximo esplendor, yo buscaba a Raúl, lo llamaba en voz baja, para contarle lo que me estaban haciendo, pero el no respondía, yo quería hablar mas fuerte pero se darían cuenta, olvide de llamar a Raúl, pues la succionada estaba buenísima.
De repente llego la luz, estábamos todos en la sala, yo en el medio de todos, todos mirándome a mi y también mirando a Raúl, que succionaba entre mis piernas...
Hammurabi
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