¿De qué sirve estar aquí ... si no lo vivo?
¿De qué, vivir ... si no es donde yo lo quiero?
¿De qué me sirve querer aquello que no puedo?
¿De qué ... poder lo que no deseo?
¿De que me sirve desear lo inalcanzable? si como
inalcanzable solo tengo el cielo
y la calma de tu pelo reposando en mi silencio.
¿De que me sirve la evasión? ya no es consuelo;
se me hacen grises las noches y la mirada la tengo
perdida en aquel destiempo cuando llamaste a mi puerta corriendo un tupido velo ... ¡por cierto!
¿Recuerdas aquella Luna? ¿te acuerdas de las almenas, las torres y los cimientos?
Eran la Luna y tus ojos la guía de mis sentimientos,
que como granos de arena se desacían ... en decenas, en cientos
de sensaciones que recorrían mi cuerpo
para darme vida ... para darme por entero.
¿De qué si no, estando muerto, servirían los recuerdos?