Ella
(a ella, la dulce niña más cruel)

ella quizo
sólo un poco de silencio...

no exigía
un arcoíris subterráneo
para devolverse cada atardecer
de la lluvia
envuelta de quietud

no creyó que un día
su amor por el silencio
le obligara
a desmayar empalidecidas máscaras
y arrullar árboles fecundados
en subrepticios sueños

no creyó que su obsesión
le obligara a cultivar las miradas del disimulo

y a perseguir nombres
cada vez más
imposibles de decir con la sola voz

quería sólo un poco de silencio
para frotarse en las tardes agonizantes

sólo lo suficiente
para encandilar las alas de los grillos
y embalsamar sus voces de reloj
enloquecido

sólo quería un poco de silencio

para aprender a callar con más presición
en las esquinas
de la noche
común