la mano que golpea
los timbales, la mano
que recoge la siembra,
la mano que cocina
los tamales y mece
un niño dormido
en un chinchorro sabe
que puede seguir sola
sancochando despacio
sin subir el fuego
sabe que siguiendo
pautada y tranquila
sin ser necesitada
solo por los suyos
esperando que llegue
la cosecha con más
trabajo que disipe
el dolor por lo que añora.
Aguadulce, enero de 2005
José María de Benito
Texto agregado el 29-01-2005, y leído por 162
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