Hoy me toca escribir algo feo y desesperadamente doloroso. Mi ánimo no se encuentra bien, y mucho mas, se encuentra en el fondo de los fondos, allí donde solo platicamos los huraños, los sin cautela, los bohemios.
Mis pensamientos se encuentran heridos, lloran lágrimas de metal por todo lo que no paso, lloran por lo que no pasó. No entiendo porque me pasa lo mismo, la culpa la llevo dentro de mí como a un by-pass aunque no la merezca. Siempre que sucede algo me autocargo de culpa por nada.
La inocencia de tu mirada no me deja ver los pensamientos que nadan en tu mente, antes eras simple y confiada hasta que topaste con aquella planta feliz. Fuiste encontrada y fuiste dejada, fuiste desamparada y fuiste filántropo, pero nada como hurgar en mi tiempo.
Algo pasó, por eso escribo esto, y aunque no entiendo por que lo escribo, necesito contarlo. Debí haber hecho el amor contigo, nada de sexo, nada de rapidez, solo tu y yo fundiéndonos en grandeza, en miradas que nunca debieron ser absurdas, fusionándonos, comparando nuestros ácidos desoxiribonucleicos para terminar en una bocanada de placer intenso, tratando solo de probar lo que podíamos hacer juntos. Pero no lo hice. No pude detenerte en tu fascinación hacia lo público, hacia aquél individuo que necesita de las miradas de la gente para mantenerse vivo, que solo sabe sentarse en el asiento que llama la atención, no lo pude hacer, por eso me quedé solo, con un ovillo de amargura en la boca de mi estómago; pensando, escribiendo en mis pensamientos, haciendo de mi viaje hacia el sur una historia mitológica, donde todos eran dioses y podían divertirse cómodos. Ayer en el día en que te fuiste estuve peor que nunca, la mitad adulta de mi Hombre-Niño nunca apareció, por eso no tuve agallas para desearte un muy feliz viaje, te vi, y no me animé a saludarte. Porque todo lo que he escrito hoy es solo para saludarte, y lo único que conseguí es una noche de mierda que sirve para recordar solo que alguna vez la pase mal. Que Viajes Bien. |