Lo que ves no me pertenece. Desconozco, en esencia, por qué lo traje a este sitio, por qué lo muestro. No me mires así.
Éste, no soy yo.
De afuera me han tatuado el semblante. Mira, mira estas líneas dibujadas en mis pómulos. Mira y detente en mis lagrimas, sus recorridos, sus estigmas. Mírame, aunque sea por última vez.
Detente por un instante para comprobar que la apariencia se ha implantado, que yo no soy esto.
¡Lo recuerdo! ¡lo recuerdo!
Hay un peso que deforma, hay un fuego que ascendió a mis ojos ¿no ves?...mira que distintos son ahora.
Y con todo, mi corazón desea seguir con su melodía, a pesar de que han pretendieron sujetarlo ¡Aún tengo reservas; la prueba, visible, cuando hablo contigo!
¡Ves amor!
Inspeccióname; yo te doy mi mano, otra vez.
Ya los espejos me niegan el reflejo, no veo, mi vida corrió al rincón tres veces más oscuro.
¡Ves amor!
Dame tu mano y ayúdame a matar a este que ocupa mi puesto. Quiebra la mascara, corre el velo, sopla el vaho, limpia el polvo de mis ojos, lava mis pómulos, tócame, rózame con tu cielo, quémame, despiértame; aniquila a ésta parte de mí, mis manos ahora son torpes. Bórralo y verás frenesí en los astros, la arena lo insinuara. Yo te doy mi mano, otra vez.
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