Estarás muy vieja.
La cama, ahí, te recordará la primera vez.
Estabas asustada, posiblemente borracha.
Hoy no te quejas,
sabes que no fue el chico perfecto.
Tu amor eterno.
Sonríes.
Un niño te imita en el mundo.
Engordaste
y tu belleza aún roba mentes y ojos frescos.
En estas lejanías biológicas
lo tienes todo:
dinero, cultura,…amor…;
por lo tanto sientes a la muerte rondando.
Te da ganas de escribir un poema.
No es reciente.
Lo tenías desde hace tiempo.
Secuestras la hoja,
meditas,
escribes:
“Mis gotas se muerden,
pronto llegaré al mar…”
Carcajada.
Eres muy ingeniosa
Pero la poesía trae un perfume
rancio, seco.
Haces memoria.
Me recuerdas.
“¿Dónde estará?”
Desde que construiste tu “paraíso”
me alejé.
Quieres encontrarte conmigo,
establecer “contacto”.
Pasan días y nada.
Entonces cada hora
mí fantasma te perturba más,
sientes algo.
Tres pesadillas:
te toco,
te beso y…
quieres reencontrarte conmigo
“¿Qué fue de tu vida?”
y “jajaja” “jeje” “jiji”.
Sin embargo yo ya estaré muerto
o recuperándome de algún mal movimiento
en la basura o en un trono,
llorando o riendo,
pero clandestino.
Luego llegarás al mar
y, por fin, arreglaremos cuentas.
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