Recuerdas el día que lo conociste, claro, mucho mejor que el día en que te diste cuenta de las formas de las cosas que te rodeaban y re-conociste la cara de tu madre, por un sentido que te reveló las formas mejor que tus manitas.
Recuerdas que en él viste algo que ni tu misma pudiste definir cuando hablando con tus amigas les contaste las nuevas noticias sobre tus preferencias, pero sabías que por algún motivo no precisado aún, iba a ser alguien muy importante en tu vida, te iba a marcar como nadie más lo podría haber hecho.
Desde ese instante en que ante tus ojos tomó una nueva importancia, por encima de todo lo que querías, de tus padres (a los que antes idolatrabas), ocultaste casi con vergüenza tu niñez, que, aunque no lo sabías, era lo mejor que tenías, la candidez en tus comentarios, que simulaban un gran conocimiento, y en los que se veía la verdad de tu ignorancia mal oculta, fue justamente lo que lo sedujo de ti.
Se dieron las cosas y obviamente iniciaron una relación que a tu concepto enseñaba cómo una cátedra lo que es el cielo, y en el tú, como ángel único, volaste con la libertad que se extiende más allá de las nubes, y te enseñaron con placer y dolor todo aquello que simulaste saber, y ahora con tu pureza rota, fuiste aún más libre si eso hubiera sido posible, creías ser feliz.
Recuerdas que hacían cosas arriesgando mucho, y se divertían ante el peligro, hasta que un buen día, lo recuerdas muy bien, el peligro los arrolló, con tal fuerza que no tuvieron tiempo (ni madurez), para reaccionar a tiempo, las hormonas siguieron su camino y dos meses después te acuerdas que no podías disimular, algo dentro de ti variaba poco a poco la perspectiva de lo que querían hacer juntos en la vida.
Luego de la reacción fuerte (te echaron de la casa), de tus padres, te fuiste a vivir con él, todavía pensando en la felicidad y la unión que este nuevo ser traería a sus vidas.
Varios meses después, notaste lo que siempre te dijeron tus amigas antes de que las echaras al olvido por él, te diste cuenta de que también es humano y tenía todos los defectos que en él no quisiste ver y aún más, el empezaba a estar mucho tiempo por fuera, y tú conocías su rostro de satisfacción, un rostro que tuvo tantas veces ante ti, y te diste cuenta de que él ya no era tuyo.
Un año después se fue y te dejó sola en la vida, sin padres, sin amigos, únicamente con tu bebe, y tu dolor.
Y así mirando inútilmente por la ventana, sigues azucena rota.
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