"El amor es un afecto mutuo, no necesita una dote". Justiniano
Ella vino conmigo,
pero traía un Recuerdo.
Era sólo un Recuerdo,
así ella lo creía.
Una noche llegó tarde.
Fué a comer con el Recuerdo.
No lo dijo, pero yo sabía.
Parado en medio del living,
cerré los ojos pensando.
Recordé sus ricos besos,
su cuerpo que ha sido mío,
su pelo que huele a pollito,
sus manos que me recorren.
Algo se apretó en mi pecho,
me invadió tanta tristeza.
Faltaba algo en el aire,
faltaba el aire todo.
La esperaba, como espera,
el que sabe que va cayendo
sin saber donde ni cuando.
Entró sin decir palabra.
Cruzaron sus brazos mi cuello.
Sentí su cálido aliento,
su corazón agitado.
Me miró avergonzada,
como pidiendo perdón.
La cogí de la cintura
y la abrazé sin pasión,
como si fuera un hermano,
o su Ángel Protector.
-Te quiero contar una cosa...
-No me cuentes, ya lo sé.
-Pero no quiero ocultarte...
-¿Qué vas a ocultarme a mí,
que leo tu corazón?
-¿Me perdonas que...?
-Es tu derecho y deber
el tener que decidir.
Es bueno que lo hayas hecho,
es mejor para los dos.
-Yo te quiero a tí.
Lo otro era un Recuerdo
que el tiempo agigantó
y la realidad destruyó.
-Así es la vida Mujer.
-¿Me perdonas?
-Si me quieres.
-Yo te adoro.
-Yo también. |