Todo por el cabello corto
“Esa policía verde, esa que no deja ver,
es la que nos torturaba cuando estaba
Pinochet” (canto barrero)
El país se debate en el terror, la noche es miedo, entre las doce de la noche y las seis de la madrugada nadie puede andar en la calle sin salvoconducto, quien ose burlar el Toque de Queda corre el peligro de, a lo menos ser encarcelado por días o bien puede ser confundido y amanecer muerto en alguna calle.
La pequeña ciudad está enclavada en el centro del vale, entre la cordillera y el mar, minería de cobre y calicheras para cemento, el polvo gris que cae desde la gran chimenea de la fábrica, llena los techos y hojas arbóreas, desde los cerros se ve una ciudad gris.
“Oye, negrito”
Queeeeeeeeeeee
“Levántate parece que va a nacer tu hijo”.
Chuchas, ya ya ya, me levanto al tiro.
Es la una de la madrugada y pleno toque de queda. Hace un par de horas en uno de los pueblos vecino, en una riña de vecinos un carabinero mató a un muchacho de unos 18 años. Hay una protesta que tiene al pueblo minero en pié, mucha gente está en las calles gritando, haciendo sonar lo que sea para evidenciar su odio contra la policía; otros, los parientes y amigos del joven asesinado se han ido al hospital a saber del muchacho.
Aparentemente una cosa no tiene nada que ver con la otra, una muerte y un nacimiento, pero dejemos a los protagonistas se muevan en ese ambiente pesado.
“Ya mujer, me levanto me mojo la cara y voy a los pacos para que llamen al hospital y envíen la ambulancia”
Cuídate negrito, que es hora de toque de queda.
“Si no te preocupís si solo hay una cuadra a la comisaría y estos pacos gueones me conocen, además casi todos nos deben”
Anda luego, o vay a tener que ser matrón de tu hijo.
La noche está oscura, el río trae niebla y frío, (el Aconcagua, corre a una cuadra de la casa de Sergio y Paula) la calle se ve negra así que Sergio se va caminando por medio de la calzada, si aparece la policía lo vea desde lejos y no le vayan a disparar, nada fuera de lo común en el Chile de 1978, la calle solitaria, Sergio sale, se va caminando por medio de la calle, cosa menos peligrosa, “suerte” piensa, es solo una cuadra la distancia que media entre la casa y la comisaría.
“Un par de minutos y llego” es el pensar del instante, el corazón late fuerte, ¿Qué será? Mujer u hombre, es lo mismo, si una u otro, hijo que es ya apreciado y amado. Al llegar a la acera frente a la comisaría, al llegar, la voz del paco de guardia suena fuerte.
¡Alto, no se mueva! En el mismo instante Sergio se detiene, a la voz del guardia que le manda a acercarse con cuidado, Sergio camina hacia donde está el guardia con todo su equipo, casco de acero, chaleco antibalas, fusil de asalto.
Sergio avanza hasta cuando el policía le dice y se detiene, allí le reconoce y dice:
“Ah, es usted, ¿Qué le ocurre? Es peligroso andar en la calle a esta hora.
“Si que lo es, pero al hijo se le ocurrió salir a esta hora y mi mujer tiene que ir a la maternidad del hospital.”
“¡Cabo de guardia!” -el grito sonó fuerte, dentro de la guardia se sienten pasos que vienen hacia la salida-
“¿Qué ocurre?” -pregunta el cabo, también con todo el equipo de guerra-
“¿Usted, que hace acá, a esta hora?”
Sergio mira al policía, son cientos de imágenes las que pasan en un segundo por su mente, desde el primer palo que recibió en los riñones, (hace de eso ya 17 años) hasta el paco que está viviendo frente a la casa de la infancia a la espera que aparezca por allí para detenerlo, o que por allá por el norte un paco anda con una fotografía suya en un bolsillo por si lo ve, es decir, no le gustan los policías, pero debe recurrir a ellos.
“Si, ocurre que a mi mujer se le antojó dar a luz en este instante y como no hay nada para llevarla a la maternidad, necesito que ustedes me ayuden llamando al hospital para que venga la ambulancia”
“Pase a la guardia, no se quede fuera, allí veremos como le ayudamos”
En la guardia, el ambiente es tenso, la muerte del joven en El Melón tiene a toda la dotación en pié y con el equipo puesto, se ve el nerviosismo en ellos.
“Amigazo –es la voz del sargento- no es buena la situación para ustedes, en el Hospital no hay ambulancia ya que tiene una panna y no puede andar, hay una sola, pero, el furgón nuestro va a ir al hospital en un rato más así que allí podemos llevarles”
“Bueno si no hay otra cosa que hacer, esperaremos a que salgan para allá, no se si la guagua quiera esperar”
“Vaya a buscar a su señora para que se vayan con nosotros. Ah, pero hay una cosa, hubo una trifulca allá en El Melón, en una pelea de pandillas murió un hombre, un funcionario de la comisaría está involucrado así que el ambiente en el hospital no es el mejor”
“Bueno que se le va ha hacer” –responde Sergio, saliendo para ir a buscar a su mujer.
El camino de regreso a su casa es mas rápido, Paula tiene fuerza, aperrada diría algún lolo hoy, no se hará problema en subirse al carro policial, tampoco se haría problema en ir caminando, pero, cuando el hijo o hija quieren ver el día, simplemente salen.
“Paula, no hay ambulancia, los pacos están esperando a alguien y nos llevarán en el furgón, así que vamos caminando pa la comisaría, hay un rollo grande en El Melón, mataron a un hombre, y parece que fue un paco el que disparó”
“Vamos Sergio, mira que cada minuto pelea mas por salir”
Al llegar ambos al cuartel el carro está listo para salir.
“La señora va con nosotros en la cabina, usted váyase atrás”
Suben al carro, Sergio en la parte posterior, Paula va adelante, como un lugar lo ocupó ella, el paco de menor graduación se va con Sergio, hay nerviosismo en ellos, en los pasajeros también, pero, para que la hija no fuese a nacer sobre el carro. La ciudad es chica así que en pocos minutos llegan al hospital, al llegar el carro a la entrada de la posta, unas veinte personas esperan
.
Y Sergio…, usa el pelo corto. Baja Paula y Sergio, caminan, pero, ahí queda la cagá, la gente que está en la puerta son familiares del muerto que esperan se los entreguen, están furiosos, así que se abalanzan sobre los carabineros, y…
“Ese es el paco asesino, paco culiao, venís a esconderte en el hospital, paco maricón” “conchetumadre”“Asesino, Asesino, Asesino”
“Alto” grita el suboficial, “El señor no es carabinero, viene con su mujer por que va a tener su hijo”
“Asesino, asesino, asesino” los parientes y amigos del muchacho muerto por la bala del policía se van encima de Sergio, que por usar cabello corto es confundido con el que asesinó al joven, piensan que los jefes lo llevan al hospital para pasarlo como agredido en la pela callejera, el animo es de lincharlo ahí mismo, el miedo lo han perdido, la ira es tan grande que, no creen hasta que una de las mujeres, conversa con Paula.
“Déjenlo pasar”, - dice una de ellas- “yo conozco a la señora y de verdad es el marido”
Y nació en horas de toque de queda y Sergio se dejó el pelo algo más largo.
Curiche enero 2005
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