ANHELO
Si anhelo los susurros al oído,
tímidos y sigilosos;
en el tiempo, detenidos;
guarecidos en el recuerdo,
de las hojas muertas,
de las cartas guardadas
y las fotos marchitas;
si anhelo la brisa de tu respiración
junto a mi cogote,
enérgica y letárgica,
ondulada y sedienta,
transida, agotada,
leve roce sobre la mejilla
que se eriza en la piel;
si anhelo esa mirada perdida
en un punto muerto del salón,
posada sobre sillones
revueltos de discos que suenan
y agotan sus músicas,
elevada en un cielo muerto,
blanco, de la habitación;
si anhelo tu mano,
posada en la mía,
tu tacto suave,
divinas caricias ,
alegres variaciones de notas
que reinciden en otoño
con el caer de las hojas,
si te anhelo en el día de hoy
es porque al acudir a verte
a un frío lugar,
vi tu foto junto a las flores,
en un cajón,
y supe que el cemento
no te merecía.
Luis Vea García, 2000 © |