Era un mundo como cualquier otro, con guerras, hambre y enfermedades, con seres que buscan solamente su propio beneficio, sin importarles ni un poquito lo que sus actos pudieran hacerle a los demás, y entre ellos también había una de-generación de filósofos corruptos por el ansia de alcanzar la fama y la inmortalidad, gracias a algún pensamiento afortunado que pudiera crear una nueva corriente filosófica en la que muchos filósofos y gente del común se vieran representados y les erigieran como líderes con facultades mentales cercanas a algún remoto dios, un líder espiritual, un poder que permitiera manejar a su antojo millones de vidas, y que quizás representaría un mejor estilo de vida, que no obstante siendo quienes eran, deseaban, envidiaban permanentemente de aquellos que asumían al mundo sin aquella capacidad de pensamiento, que antes de considerarse un privilegio, era considerado, un grave nivel de desequilibrio mental, y no les permitía nunca alejarse de las grandes preocupaciones, de tal manera que no podían divertirse.
Por otra parte están los frustrados, unos personajes muy particulares que desde siempre están en busca del conocimiento, si, del conocimiento del que los filósofos -que son los únicos en poseerlo- denigran, entre esos creo que me clasifico yo, que vivo buscando románticamente la vida austera y llena de sabiduría de los filósofos, y gasto mi vida en el vano esfuerzo de obtener lo que ellos como don innato tuvieron desde siempre y así no quieran tendrán aún después de morir, mientras desesperado yo, quizás jamás lo alcance, pero en fin.
Algún día me pregunto si los mundos serán inversos y por una extraña casualidad todo lo que ahora parece estar mal, probablemente estará bien.
O al menos lo parecerá.
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