Es normal que un día se levante usted y se sienta una cucaracha, una débil sucia y fea cucaracha, pero los demás no lo perciben, usted se ha dado cuenta que sus capacidades no son las de antes pero lo más probable es que uno termine por acostumbrarse, piensa usted, creo que ya antes le había pasado a alguien, pero en ese entonces esta persona fue completamente rechazada, en cambio a mi ni siquiera se me nota, cree usted, y más aún si se da cuenta que sus capacidades motrices son idénticas a las que tenía antes del cambio.
Usted viste los mismos vestidos de antes, y no percibe asco al consumir la misma comida que siempre ha consumido, acaso sea sólo su imaginación que tan exaltable resulta a ratos, y más con esas largas noches de lectura y falta de descanso, a quien no le sucedería, desde esa noche usted decide descansar suficiente para sacarse esas tontas ideas de la cabeza.
Puede ser algo que usted hizo o algo que tiene en su presentación personal, que aunque como siempre perfecta, ahora hace que los niños que siempre fueron sus amigos, ahora lo miren con recelo como si ellos pudieran darse perfectamente cuenta de lo que pasa, dando así a entender que no era un producto de su imaginación, y entra en usted la curiosidad de saber porque los adultos no se dan cuenta de lo que sucede y por que para todos sus compañeros de oficina sigue siendo el mismo de siempre, simplemente no lo entiende.
Entonces empieza a darse cuenta poco a poco de que la mirada con el rictus de desagrado es otra cosa que los demás adultos tampoco perciben, y es que siendo tan corriente el gesto hacia cualquier adulto, muchos lo creen una sonrisa u otra manifestación de cariño, pero por otro motivo más, fuera de su comprensión, usted no solo advierte el gesto, sino que también sabe que significa, y se da cuenta que entre su trabajo y sus otras cosas de adulto, va adquiriendo eso que llaman seriedad y respeto por parte de sus compañeros, pero va perdiendo esa capacidad de asombro y de alegrarse por las pequeñas cosas, y entonces empieza a entender.
Después de una observación minuciosa, se da cuenta de que toda su familia, distinguida y de buen nombre (como diría su madre), se comporta igual y empieza con algún lejano temor a comprender en ellos lo que vio algún día en usted mismo: rasgos de insecto.
Por algo los niños acusadoramente lo miran como se mira a un traidor y se da cuenta que se empieza a deteriorar su amistad con ellos, la vejez toca a su puerta (eso sucede en la segunda o tercera década de su vida), y ya ellos no le aceptan, pero usted, con la sensibilidad que siempre ha poseído, sabe que muy en el fondo no se acepta tampoco.
Observando mejor a su alrededor diario, se da cuenta de que usted es alguien especial, solamente usted se da cuenta de que vive en un mundo donde se nace como ser humano, y, con el tiempo se convierte uno en una débil, sucia y fea cucaracha.
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