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Los Reyes Magos de rebajas

Madrid, viernes 7 de enero de 2005

El reloj marcaba las 7:45 hs en el momento que Paula se levantaba de la cama. La casa estaba en silencio, como solía ser habitual a esas horas de la mañana. A las 8:10 hs salió de la ducha y como todos los días, encendió la televisión y se puso a desayunar un zumo de naranja con mucho azúcar y una mantecada de “La mallorquina”, esto último era su pequeño capricho diario.

Ayer había sido un día grande, día de Reyes Magos y lo había disfrutado como siempre, con mucha ilusión y muchos regalos. Hoy comenzaban muchas cosas para ella, la dieta de todos los años para bajar esos kilitos de mas, los planes para el nuevo año mejor y distinto, y en definitiva su esperanza de una vida nueva en un año nuevo. Sin olvidar, claro está, que las rebajas de enero ya estaban en todos los escaparates y alguna cosilla caería si se ponía a tiro de su exiguo presupuesto.

La noche anterior había dejado preparado los regalos de Reyes suyos y de sus padres que debía descambiar, entre ellos estaban un equipo de música, un lector portátil MP3 y una colección en DVD de la trilogía de “Indiana Jones”. - Como todos los años, demasiados Reyes – se dijo. Verificó que tenía todos los ticket y se puso a recoger tranquila y silenciosamente la casa.....no eran horas de meter ruido.

Cuando terminó de recoger la casa, echó un ojo al reloj del salón cuyas agujas marcaban las diez y pensó que ya era la hora de ponerse en marcha. Se vistió de calle, cogió las bolsas con los regalos y se dispuso a salir. Su casa distaba menos de 300 metros de El Corte Inglés de Princesa por lo que cubrió la distancia a pie dándose un pequeño paseo.

Una vez allí se dirigió a la planta donde se encontraba la sección de electrónica y sonido. Consultó su reloj y esperó junto a una de las cajas hasta captar la atención de una de las dependientas que había en la sección, a los pocos segundos la dependienta se acercó, momento en el cual Paula se arrancó dirigiéndose a ella:

- Buenos días señorita, disculpe que la moleste, pero quería descambiar estos regalos de Reyes – le dijo al tiempo que con la mirada indicaba que estaban en la bolsa que portaba y con la mano derecha le extendía los resguardos.

- Buenos días, por supuesto, no se preocupe – le respondió la dependienta muy diligentemente y sin mediar mas comentarios cogió los resguardos para proceder a identificar los productos que deseaba descambiar.

Tras esto Paula prosiguió:

- Bueno, estará Ud. muy habituada a esto de descambiar regalos el día después de Reyes, ¿no? – le dijo intentando iniciar una conversación de cortesía que mitigara en parte la típica mala conciencia que genera no dar explicaciones.

- Si..., si...., es lo habitual, no se preocupe – le respondió en tono displicente y conciliador, manteniendo una media sonrisa en sus labios.

- Ya sabe Ud. Lo que pasa en estas fiestas, comemos mas de lo que podemos y nos regalamos cosas que no necesitamos

– Se animó Paula a la vista de la buena acogida. Tras el primer escarceo y comprobar que la dependienta la comprendía se sentía un poco mas cómoda

- ¡Que me va a contar a mí!, si lo primero que he hecho esta mañana es descambiar los regalos de mis suegros, todos los años la misma historia. Por no preguntar no aciertan la talla de los niños, le repiten los juegos de la Playstation y, ya ve, nos toca a nosotras solucionarlo - le dijo la dependienta avivando el tema y transmitiéndole cercanía y cotidianidad al hecho de descambiar unos regalos.

- Pues a mí me pasa lo mismo, estos son mis Reyes, pero aquí traigo en la otra bolsa los de mis padres, que ya sabe como son, no quieren nada, todo les parece mucho y la misma cantinela todos los años: ¡Adonde vas con todo eso!, ¡Para que quiero yo esto si no lo entiendo! ¡Jolín, para que te gastas tanto!, ¡habría que suprimir los regalos, hija!, ...... – le dijo Paula con gran naturalidad, gesticulando y entonando debidamente para que sus argumentos fueran más convincentes.

- Pues diga que si, que los padres cuanto mas mayores mas raros se vuelven. – prosiguió la dependienta extendiéndole la nota de abono para que la firmase.

- Es la vida, espero que cuando sea mayor no me vuelva tan rara – remató Paula la idea al tiempo que firmaba y le devolvía el bolígrafo.

- Pues bueno, ya está.....todo descambiado y en orden. – le dijo la dependienta a modo de inicio de despedida.

- Muchas gracias, señorita, ha sido Ud. muy amable, que hoy se le de bien, y hasta otro día. – Contestó Paula despidiéndose de la dependienta mientras se encaminaba hacia las escaleras mecánicas.

- Adiós y gracias a Ud., hasta otro día – le contestó la dependienta.

Una vez Paula le había perdido la vista a la dependienta, se dijo para si: - ¡Pobre, el día que le espera de descambios!, pero claro es parte de su trabajo, supongo que compensará con las comisiones de las rebajas que hoy comienzan....por cierto, voy a aprovechar a ver si veo un abrigo que me esté bien.-

Al mismo tiempo la dependienta que la había atendido se dijo para si en un susurro ahogado, arrastrando las vocales: - ¡Pobre, que pena!. . Su compañera que acababa de atender a otro cliente la escuchó y sorprendida le preguntó:

- ¡Pobre señora!.... ¿Por qué dices eso?

- Porque todos los años viene a por los regalos dos o tres días antes de Reyes y todos los años viene a descambiarlos el primer día de las rebajas

– le contestó pausadamente arrastrando las palabras con pena

- ¿Y que tiene eso de particular? – y continuó – tengo muchos clientes que hacen lo mismo, por las mismas razones que esta señora.

- Pues no, no es igual. No lo hacen por lo mismo.

- ¿Por qué no es igual? –le volvió a preguntar manifestado un creciente interés un tanto escéptico.

Tras mirar a ambos lados y cerciorarse que nadie mas las oía, le dijo a su compañera bajando mucho la voz:

- Esta señora es vecina de mi cuñada, hace ocho años perdió a su familia y subsiste con una pensión mísera que apenas le da para comer.

- Te oigo, sigue, sigue .... – le animó a la vista que parecía que le costaba contar la historia.

- Todos los años hace como que no me conoce y escenificamos el mismo diálogo. Se que no es normal, chica, pero no tengo coraje para contradecirla, no consigue hacerse a la idea de su situación e insiste en que los Reyes es el único momento del año en el que recupera la ilusión y el recuerdo de sus padres, y es lo que me pide como regalo de Reyes todos los años. Yo creo que no hago daño a nadie ¿no? – y se quedó mirando a su compañera esperando alguna muestra de apoyo y comprensión.

- ¿Y si un año no descambia los regalos, que va a pasar? – le inquirió su compañera haciéndole ver el riesgo que asumía año tras año.

- No se, supongo que tendría que poner yo el dinero. La verdad es no tengo valor para dejar a sus padres sin Reyes.

Texto agregado el 25-01-2005, y leído por 1130 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
14-02-2012 Un precioso cuento, tiene todos los ingredientes para permitir que el lector disfrute, muchas gracias***** shosha
09-11-2008 Esto es un cuento, que atrapa desde el principio. El cierre es estupendo, tierno. UN saludo ALmaAltanera
04-03-2005 Excelente texto. peinpot
21-02-2005 Vaya, qué bonito cuento!, no esperaba encontrarme un final asi, ya casi estaba asintiendo el diálogo de las dos cuando me encuentro con la pantomima. Secundo a esa dependienta que no deja sin Reyes a los padres de esa pobre mujer ondina
26-01-2005 Me hizo pensar en ese cuento de Cortazar, cartas a mama, era? Muy lindo moniquita
25-01-2005 Buenísimo, me encanta este tipo de trato a lo cotidiano, creo que el primer diálogo está de lo mejor, y que la trama (cotidiana) dio abasto, fabuloso. Tuviste tacto en la zona de la revelación de la verdad, no quedó cliché. Muy bien logrado. Saludos. maori
 
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