A mí pueden llamarme ilusa, pero yo pienso que si un tipo se queda mirando embobado a la tipa mientras pasa, y cuando voltea le pica el ojo... ahí hay una historia. Podrán decirme también cobarde, pero a mí me parece que el avance, que para estas alturas han logrado, es bastante.

Es cierto que las cosas no se dieron precisamente de la manera en que lo predije, es decir, la vez que conocieron sus nombres, no se quedaron hablando hasta enamorarse perdidamente en una sola tarde. Pero no todas las cosas son así de blancas, o negras, sino más bien todo tiene ese matiz gris simbólico de Mr Jones.

Resulta ser que el cuerpo No. 1, es decir, el tipo, tenía una novia, y a la novia la quería como a una reina. Y el cuerpo No.2, es decir, la tipa, a la que el sujeto primero le picó el ojo, bueno... ella no tenía planes de amor en mente. Estaba metida en todo ese rollo que le pasa a uno cuando termina con alguien o una relacion no le va bien, o le va muy mal, o le deja cicatrices... es decir, el trauma post-fílico de "nunca más".

Pero el sí se veia que quería a su reina, ya era raro verlo andar sin ella, y bueno, en ocasiones discutían y a uno le daban ganas de levantar banderas en tierra ajena, no importa lo imparcial y lo irrelevante que sería la bandera de un nómada por su planeta... pero igual se te morían las ganas cuando al rato pasabas, y los veías sentaditos en la escalera olvidándose de la gente. De la gente y de la otra tipa, pero claro, cuando la otra tipa llegaba le cambiaba el escenario: el ponía esos ojos de lumbrera y la sonrisa se le hacía una casa con patio y dos plantas, y piscina y garaje, de lo gigante.

Había un problema... él estaba aprendiendo a articular palabras cuando ella le sonreía, o se saludaban, o se miraban. Las cosas que se decían con o sin palabras, comenzaban a volverse más concretas y preparadas. Yo hasta agradecía un poco que lo hiciera, ustedes saben, para aminorar en mi visión la tortura.

Ella lo ve saliendo de la biblioteca y se saludan, entonces él le decia que estaba estudiando pero ya se va, y ella apenas va entrando, qué dulce ironia! Verlo a el con las manos todas mojadas- ella se preguntaba por qué- verlo salir calculando los pasos lejanos para su próximo encuentro...y se preguntaba por qué. Y él, verla entrar... ¿por qué no pudo llegar más temprano? Se pregunta lo mismo una y otra vez, en un nivel superfluo, luego en uno más profundo... ¿Por qué tan tarde?

A ella todavía le tartamudeaban el alma y las ganas, cuando le decía hola, y se quedaba parada en seco, porque él le contestaba como asombrado, de que ella le hablara, y ella anonadada porque él le respondía. Era un espectaculo ver eso. Cada uno miraba al otro con una especie de asombro recién-adquirido; obviamente el asombro siempre es recién-adquirido, pero yo me refiero a que era un asombro tan nuevo que imagino que ni chance habrán tenido de aprender a aparentar asombro. Era como si de repente "hola" y ya no existía un hola antes de ese, seguidamente el otro "hola" y a partir de ahí, una serie de eventos dominó-ícamente trágicos... "cómo estas?" "bien, aqui haciendo..." y el aire de pronto era demasiado ruidoso para dejar oir, se lanzaban sin cordura miradas a los ojos, a la boca, a las manos, a la figura, a las piernas, al cabello, a las propias miradas.

Y por supuesto, terminaban como unos reales idiotas, uno más idiota que el otro, como ping pong de goma, él no recordaba lo que le dijo a ella, y ella dandose cabezazos contra la pared porque no sabe si lo que le respondió al final fue siquiera coherente, o en voz alta... es más, ni siquiera recuerda si le respondió.

Y total que salían o se metían en la biblioteca según les fuera conveniente el asunto, y seguían con sus vidas.
Siempre, cuando hablaban, había un aire de cosas que faltaban por decir... y nadie decía. A él le provocaba como gritarle ¡¡¿dónde estuviste metida?!! cuánto tiempo tengo sin verte! no te quedes, vente conmigo...
A ella tirarlo al piso del abrazo, y decirle que sonríaaaa, que había hecho falta su luz en los faroles!! y no te vayas, quédate conmigo... Pero ninguno nunca lo hacía.

A veces me parece que tienen razón en hacerlo, o bueno, en no hacerlo; es que estas cosas, son para tomarlas con calma.

Pero el tiempo no está de su parte y yo siento que no ven eso. Yo quisiera que se dieran cuenta, y que aprovecharan los cuatro días que les quedan, para tatuarse desde en las mejillas hasta en el último pliegue del dedo chiquito del pie del otro.
Yo que los veo desde acá afuera, veo todo -lógicamente- más objetivamente. A mí me parece, por ejemplo, que él podría hacerle un comentario un poco más continuista, algo que les diera pie para quedarse hablando, y así tatuarse y grabarse y toda la cosa. O que ella, podría -bueno, si fuera yo, lo haría- tal vez intentar decirle algo más coherente, usar todo el tiempo que pasa con él en su mente, para inventar algo que lo atrapara. Yo quisiera, por una vez, poner esta parte de mí que lo ve todo tan racionalmente, en esa otra parte de mí, que cuando lo ve busca desesperadamente, una línea que nos una definitivamente... la frase justa... que lo haga quedarse, que no lo deje marcharse.