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El Dilema

Mientras todo el mundo se movía de un lado a otro en la oficina, corriendo como hormigas dentro de un hormiguero, Ariel estaba sentado, con los codos apoyados en su escritorio, totalmente ajeno a lo que ocurría a su alrededor.
Ariel era un joven bastante activo, por lo que era muy extraño verlo así, en una actitud tan meditabunda y sin hacer aparentemente nada; cuando él, durante el día, trabajaba en una agencia publicitaria y al culminar su jornada, infaltable mente asistía a la universidad donde estudiaba comunicación social.
El tenía su vida muy bien organizada, durante el día trabajaba, en la noche estudiaba y aunque era muy duro e intenso, respondía siempre bien en las dos cosas; sin embargo, ese día surgió algo que para él desmoronaba todo su sistema de vida. Su jefe les informó que tendrían un curso de capacitación que se llevaría a cabo durante las noches y por los próximos dos meses.

La tarde parecía interminable, pero finalmente llegó la hora de salir, los cursos de capacitación comenzarían dentro de dos horas y él tenía clases en la universidad durante las siguientes tres horas y luego de hacer una última reflexión, decide ir a la universidad –quizás pueda pedir permiso a mi docente- se decía a si mismo – o quizás mis clases terminen mas temprano, así no me perderé ninguna de las dos cosas- reflexionaba. Además, Ariel era un amante de la literatura, especialmente de los cuentos y las novelas, así que por ningún motivo quería perderse la clase de hoy que era de Corrientes Literarias.

Tomó su lugar en el curso y no tardó en llegar don Jorge, el docente, quién era una persona muy amigable y que sobre todo, sabía transmitir en sus alumnos amor por las letras, además la jovialidad en su trato y amenidad de sus clases hacia que los jóvenes pongan particular atención en su materia. Pero hoy algo extraño se percibía, la mirada de don Jorge no era la misma de siempre, todos los alumnos quedaron como petrificados y ni siquiera atinaron a saludar al docente que acababa de ingresar al aula; inmediatamente Ariel se puso de pie y acercándose al catedrático le dijo:
-Licenciado, tengo una actividad de mi trabajo, ¿es posible que me permita salir de su clase más temprano?
-No se, ese no es mi problema- expresó a secas -hazlo si quieres pero atente a las consecuencias-expresó don Jorge bastante molesto y a continuación se dirigió a toda la clase:
-Me he enterado que ustedes se quejaron en la dirección de carrera diciendo que yo llegaba tarde y me iba temprano-dijo el docente-me parece muy desleal de su parte porque los horarios de entrada y salida los acordamos juntos- agregó –pero bueno, están en su derecho, pero así como ustedes son inflexibles, yo también lo seré, así que vamos respetar los horarios establecidos y nadie tiene ni un minuto de tolerancia- afirmó.
Ariel, al igual que todo su curso se quedó sin saber que decir, no entendía quien se había quejado y porque lo hizo a nombre de todo el curso, y aunque era necesario aclarar el asunto, nadie dijo absolutamente nada.
-Bueno, -dijo don Jorge– no perdamos mas tiempo, hoy avanzaremos al máximo puesto que la siguiente semana tendremos el examen- expresó con mayor tranquilidad.
La clase se estaba desarrollando con normalidad, don Jorge retomó esa jovialidad que lo caracterizaba, quizás se metió tanto en su tema, que olvidó e hizo olvidar a todos el incidente de hace algunos minutos; sin embargo, Ariel si bien trataba de atender al docente, su pensamiento estaba en otro asunto, en como solucionar su problema.
El tiempo transcurría velozmente y tenía que tomar una decisión.
-Si me quedo,- pensó Ariel, -puedo tener problemas en el trabajo, además hasta me podrían descontar parte de mi sueldo, quizás deba irme, si, creo que eso haré,- dijo con decisión- en unos minutos mas me iré.
La clase de ese día era a cerca del cuento, don Jorge les estaba dando algunas nociones básicas a cerca de su estructura y sus características; pero al notar que Ariel parecía estar ausente, con su mirada dirigida hacia él dijo:
-Espero que estén prestando atención porque, sobre todo, lo avanzado hoy entrará en el examen.
La indecisión retomó a Ariel que se sintió aludido por el último comentario de su docente, además, aún no entendía bien la amenaza que este le hizo cuando le pidió permiso para salir antes, -¿A que consecuencias debo atenerme? –pensó Ariel- ¿Si me voy, el docente tomará alguna represalia contra mi? –continuó- Quizás solo se refirió a que me perderé la lección y eso me perjudicaría en el examen, pero tal vez si me marcho él piense que no me interesa su clase.
La incertidumbre crecía para Ariel y los minutos avanzaban, él se sentía un poco amedrentado por lo acontecido ese día y los comentarios de don Jorge le afectaban mas de lo normal, pero en todo caso, el tenía que tomar una decisión en ese instante.
-Bien, -dijo don Jorge-, vamos a quedar aquí, hasta esta lección es el examen.
Una sensación de alivio invadió a Ariel, la clase había terminado y podría irse a su trabajo, su dilema había concluido, pero don Jorge continuó:
-Antes de irnos haremos una pequeña práctica, van a escribir un cuento, algo sencillo –recalcó- yo se que no son escritores, pero traten de hacerlo lo mejor posible –dijo el docente- conforme vayan terminando podrán retirarse.
Otra vez el mundo se vino encima para Ariel, nuevamente estaba en el punto de partida.
El desorden comenzó a reinar en la clase, todo el mundo conversaba y don Jorge expresó molesto:
-El trabajo es individual, así que no quiero a nadie conversando y cuidado que por irse rápido estén haciendo cualquier cosa, esta práctica vale 20 puntos, es casi como un examen.
-Ahora si que no puedo irme –pensó Ariel- no puedo perder esta práctica, -pero mi trabajo es mi trabajo y podría tener serios problemas si no voy –dijo- quizás mi jefe entendería mi ausencia, él sabe que estudio –pensó mas tranquilo- o quizás no lo entienda y hasta me despida –expresó mas preocupado- pero si me voy sin hacer mi práctica, estoy perdido en esta materia.
Ariel parecía estar en agonía y sin otra solución aparente, decidió escribir algo en el menor tiempo posible y marcharse hacia su trabajo.
Cuando Ariel terminó de escribir, era ya imposible asistir a su actividad laboral, el tiempo había transcurrido sin que él se diera cuenta, sin embargo el rostro de incertidumbre que él tenía dibujado, fue remplazado por uno de satisfacción. Al fin y al cabo escribir era algo que le apasionaba y el había escrito un cuento. En ese momento no pensaba en las consecuencias de haber faltado al trabajo, ni que tendría que lidiar con el mismo problema todas las noches durante dos meses, no, él había escrito un cuento; quizás no era una obra de arte, ni siquiera una gran pieza literaria, pero era su cuento… este cuento.

Texto agregado el 16-07-2003, y leído por 265 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
04-01-2006 Interesante.. aukisa
 
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