Medio o Fin… esa es la Verdadera Cuestión (monólogo)
[En medio de la noche, sin lograr conciliar el sueño, un hombre le habla a una botella de vino mientras sostiene una copa en la mano. Claramente ha bebido bastante. Una luz tenue lo invita a volar.]
¡Qué lata, otro domingo más!… y yo aquí con cara de pescado revisando el diario para ver qué trabajos hay para mí. ¿Qué onda… puras pegas denigrantes? ¿Que por qué?… porque no estudié 6 años en la universidad para terminar trabajando de vendedor… encubierto como ejecutivo de cuentas… ¡todo está mal!
Negro, negro, negro… de gris a negro, de negro a gris. Así me desplazo. Llevo muchos años en esto, y aún nada. Sé que mis padres sufren; me han dicho muchas veces que trabaje en cualquier cosa, pero no puedo. Formo parte de los denominados cesantes ilustrados.
Mis semanas se reducen al domingo y al lunes, puesto que es el séptimo día de la semana en el que me levanto temprano para comprar el diario y me sumerjo en él para buscar trabajo; luego el lunes siguiente envío mis currículos para postular a los que me interesaron (a veces ninguno me cautiva). Los lunes son días esperanzadores; lleno de energía me dirijo al correo, allí ya me conocen, y cómo no si voy hace dos años.
En mi casa todo sigue igual, el problema es que hace rato dejé de ser carga de mi papá y no tengo cobertura de salud. Esto me ha traído muchos problemas. Mis papás dicen que me resisto a crecer, que así no llegaré a ninguna parte… pero no saben que soy una persona sin grandes ambiciones materiales. Lo mío es vivir, dignamente. Por eso no me interesa trabajar si no voy a utilizar todo cuánto estudié.
Me costó mucho trabajo terminar mi carrera. Noches de desvelo, días sin comer. Sin embargo, finalmente lo logré… soy ingeniero. Mi hermano mayor, quien ahora es supervisor de una industria, dice que soy un flojo, y que sólo me justifico para no luchar por salir adelante como él. Pero, ¿a quién le interesa ser supervisor? ¡No aprendí a dirigir para ser dirigido!
En fin, este es otro día más como tantos en los que reflexiono junto a una copa de vino. Mi novia me dejó anoche, me dijo que me había esperado ya mucho tiempo, demasiado para ser más exacto… yo la quiero, pero está claro que ella no me comprendía lo suficiente… ¡no era para mí!
El otro día leí que el hombre se estaba transformando en un medio… en un medio para ganar dinero, o como dicen los norteamericanos… para “hacer dinero”. Esto es precisamente de lo que hablo. No soy un maldito medio, soy un fin en mí mismo. Si sé, debería trabajar de igual modo… puesto que “el trabajo dignifica y bla, bla, bla”; pero quizá no quiero dignificarme, sólo quiero ser...
...lo sé, para ser debo mantenerme y para ello debo trabajar. ¿Qué tal si mejor me voy a la punta de un cerro a vivir… o quizá cierro mis ojos y me dedico a soñar? Es que acaso no es eso lo que he estado haciendo desde hace mucho… ¿soñando despierto?
Hay tantas cosas que no he resuelto en mi vida aún; por ejemplo nunca he trabajado por temor al fracaso; siento que éste me paraliza y me obliga a justificar mi falta de perseverancia. Lo sé, lo sé, soy un fracasado. Llevo años siéndolo, y lo que es peor, no sé si dejaré de serlo. Eso es algo que me atormenta, día a día, noche tras noche. Si el hombre es en sí mismo un fin, ¿por qué entonces no trabajo no más, en lo que sea, para luego dedicarme en mi tiempo libre a ser yo?
Quizá no sepa quién soy verdaderamente. Tal vez mi alter-ego me ayude a resolver el dilema. Ya, ya, ya, ya sé que le doy vueltas a las cosas como si fuera una batidora. Ahora iré a descansar, ya no quiero pensar más, por otra parte el trago se me fue a la cabeza y me siento mal. No sé que sucederá mañana, sólo sé que será otro día.
©® Carolina Aldunce
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