Talvez fue un sueño Se repetía una y mil veces… Al recordar lo sucedido su respirar se hacía más intenso, ciertamente el deseo estuvo presente en ese momento, era el quien gobernaba los impulsos de su cuerpo: su piel erizada, sus labios tan húmedos y llenos de ansias, sus manos mojadas con el sudor de todo su cuerpo. Esa tarde imaginó que era él quien le acariciaba, que era él quien le besaba, Quien conocía el tamaño de sus senos, la suavidad de su vientre, la ternura de su piel, era él quien manejaba sus manos: el deseo presente. Los dedos alcanzaron lentamente sus muslos abiertos como si estuvieran dando la bienvenida a su mundo. Sólo el ruido de su rítmico e intenso respirar la hacían sentir aún en la tierra, él no estaba en cuerpo pero si en su corazón. Sin querer sabía cuan delicioso era besar la punta del cielo, sin querer tocaba el borde de un abismo que ella nunca había logrado penetrar. Sus manos no alcanzaban a tocar por completo su espalda, pero cerraba los ojos e imaginaba sus suaves manos acariciando por completo toda la espalda hasta detenerse en el gran lunar y besarlo con tal detalle como si fuera el punto inicial de un mapa. Todo en ella ahora lo reconocía, hasta la parte más íntima: “su sexo” era el quien dirigía la sutil intensidad de sus actos, era él quien le decía que el límite es el temor no vencido. Un ruido fuera de ella la obligó a abrir los ojos, era el mesero quien dejaba en la mesa un vaso de limonada y uno de pepsi, sus manos aún temblando tomaron el vaso de limonada bebiéndola como el fin de un ritual que no lograba entender del todo. Otras manos tomaron el vaso de gaseosa, era él quien había regresado y mientras ella era feliz con su presencia mis manos escribían que esto no pudo ser un sueño. |