Hoy fue un día como cualquier otro. Fui a la escuela e hice las cosas que hago cotidianamente. También estuve jugando con los hombres de mi sálón a la famosa guerrita con bolitas de papel, fue tan divertido. Comí como ningún otro día. Llegué a mi casa y le dí un gran abrazo a mis padres. Hice mi tarea y me metí al internet como suelo hacer todos los días. Me fui a acostar y me quedé dormida. Estaba tan cansada de un día tan divertido... En medio de la noche, sentí una gran opresión en el corazón. Vi pasar cada detalle de mi vida, cada momento, cada instante. Mi mano izquierda tocó mi corazón y la derecha se mantenía ahí, aferrada a uno de los barrotes de la cama, aferrada a un segundo mas de vida. Traté de gritar, mas mi cuerpo no respondía. Sentí una desesperación muy grande, muy grande. La terrible fobia que le tenía a la muerte me mantenía con vida. Y llegó el momento en que ví la última imagen, mi último momento de vida. Era yo, aferrada a vivir a un simple barrote, sabiendo que mi vida se había terminado, que mis sueños se irían junto con mi cuerpo tres metros bajo tierra, que mi vida había acabado. Tenía miedo, mucho, pues sabía que cerraría los ojos para siempre y que no volvería a pronunciar un te quiero, que no volvería a ver la luz jamás, que no podría agradecerles a mis familiares todo lo que hicieron y que me dieron. Y mis ojos al fin se cerraron... Pasaron horas, hasta que mi mamá se levantó, pues ya se había hecho tarde para ir a la escuela. Intentó despertarme, mas todo fue en vano. Una lágrima rodó por sus mejillas y regresó a su cuarto para avisarle a papá lo que había pasado. Papá se levantó de su cama corriendo. Al verme ahí, muerta, lloró. Su única hija había fallecido. Como quisiera poderme levantar y decirle a mi papi que lo amo y que voy a estar bien. Como quisiera darle las gracias a mi mamá por todas las noches en vela que pasó, por todo el amor que me dio. El funeral fue muy conmovedor. Mi familia, mis amigos. Todos estaban ahí, viéndome, viendo a una persona que jamás va a despertar. Había tantas flores alrededor de mi ataúd, tantas muestras de cariño, tantas cosas. Mis tres mejores amigas estaban inconsolables. La verdad, me sentí mal conmigo misma; mal porque estaba provocando el sufrimiento de otros. Como quisiera poder despertar, poder concluir tantos sueños que tenía, tener otra oportunidad para ser una mejor persona, para agradecer lo que tenía, para querer, para vivir, para disfrutar cada momento. Como quisiera un momento mas para despedirme de todos ellos, para agradecerles todo lo que me dieron cuando vivía. Me arrepiendo por no haber disfrutado el tiempo que tuve y ahora que ese tiempo se acabó, me doy cuenta lo valiosa que es la vida. Aunque he muerto, seguiré viviendo en cada mente de las personas que me conocieron, y moriré cuando termine en el olvido. Pero ahora es una nueva etapa, una etapa en la que existiré, de otra forma, en otro lugar desconocido para mí. Aunque esté lejos, tú siempre existirás en mi alma y siempre te recordaré, no lo olvides. Disfruta el tiempo que te queda de vida, y no te quedes como yo, arrepentida de no haberla valorado. |