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Solsticio de Verano.

Vivencia de una turista extranjera
en su primer viaje a Teotihuacan,
durante el verano del 2004.



Era el inicio del verano y la joven turista se abría paso entre la muchedumbre que ascendía o que ya se encontraba instalada en las escalinatas, deseaba a toda costa llegar a la cima de la gran pirámide para recibir la energía del sol cuando estuviese en el cenit y faltaban pocos minutos para que ello ocurriera, empezaba a sentirse angustiada y aunque casi llegaba, avanzaba lentamente debido a lo apretujado de la gente. Sería una verdadera lástima que no lograra su objetivo.
Estaba exhausta y hubo que hacer alto ya que en ese instante se le fuè nublando la vista y sintió que iba perdiendo el equilibrio. ¡Me estoy desmayando! Pensó desesperada, con torpes manoteos trató de aferrarse a algo, un hombre que estaba cerca la sujetó oportunamente y la atrajo hacia si, evitando que cayera de espaldas y rodara entre la gente sentada escalones abajo. La cargó en brazos y pidió que le hicieran espacio para recorrer los pocos escalones que faltaban para llegar la cima, que era como una pequeña explanada. La gente que estaba mas arriba había observado todo y les hacia espacio para que pasaran. La tendió boca arriba sobre el piso.
Con voz potente pero gentil pidió a los curiosos que se alejaran un poco y ampliaran el cerco que se había formado. Se inclinó sobre ella y trató de reanimarla. La atención de los curiosos se fuè desviando ya que se acercaba el momento cumbre en el que los rayos solares llegan perfectamente perpendiculares a la pirámide, es cuando toda la gente se pone de pie y vuelve el rostro hacia arriba, extendiendo los brazos para que las palmas de las manos reciban los rayos solares.
El hombre que aun estaba hincado a su lado, le tomó las manos y volvió sus blancas palmas hacia arriba. Él hizo lo que los demás, extendió las manos y levantó el rostro.



Al amanecer el sacerdote la había visitado en las habitaciones del templo, la había purificado con vapores de yerbas y oraciones. Al final le había preguntado si estaba dispuesta a ser ofrendada y ella había contestado afirmativamente con leves movimientos de cabeza. Entonces él se había arrodillado ante ella y había pronunciado una oración de adoración y gratitud. Ella escondía recatadamente la admiración que sentía por él.

Antes del mediodía cuatro emplumados caballeros de ceremonial la subían en vilo por la inclinada escalinata. Recta y tiesa con la cara arriba y brazos en cruz, era conducida a la cima de la pirámide. Con los ojos entrecerrados podía ver la valla de nobles que se había formado a ambos lados de su camino, sentía la cálida brisa rozar su rostro y el sol vertía sus rayos intensos sobre su cuerpo. Llegaron a la piedra del sacrificio y la colocaron sobre ella, Coatlinzin, el sacerdote de acercó a ella por el costado derecho y levantaba rostro y brazos en dirección al sol.


Se continuaron una serie de cánticos y danzas rituales de ofrecimiento. Después solo escuchó el murmullo del viento en lo alto de la pirámide, abrió los ojos y allí estaba Coatlinzin a su lado. La luz del sol que bañaba su rostro la encegueció totalmente y ya solo vio la blanca luz que por un instante se hizo más intensa, brillantísima. Sintió el golpe en el pecho, sin dolor el aire salió violentamente de sus pulmones y experimentó una exquisita sensación de liberación, flotó a la altura de la cabeza del sacerdote con las alas extendidas y solo bastó batirlas suavemente para salir impulsada hacia arriba. Abajo quedaban los templos, la gran calzada y la bella pirámide. Sintió todas las miradas sobre su hermoso plumaje y viò admirada la blanca luz que ella misma emanaba y que bañaba al paisaje entero como una gran lluvia de plata que inundaba la tierra. Con vigoroso aleteo se dirigió hacia arriba, a su destino, se alejaba rápidamente de todos y se sumergía más y más en una claridad áurea que la atraía para abrazarla y poseerla.


Abrió los ojos por un instante y la luz del sol lastimó sus retinas, los cerró fuertemente y volvió la cara a un lado. Sintió una mano en la suya e instintivamente la apretó como aferrándose a ella, lentamente se volvió de lado y permaneció en posición fetal por unos momentos. Trató de incorporase y sintió las manos que la ayudaban, quedó sentada con la cabeza apoyada en sus rodillas y poco a poco abrió los párpados. Un rostro moreno de ojos negros le sonreía.
-¿Se siente bien?
-Creo que sí…
-No se levante aun, descanse. Ha sufrido un desmayo.
Poco a poco se recuperaba, los curiosos le lanzaban furtivas miradas algunos e insistentes otros y se sintió apenada. Era obvio que el hombre que estaba arrodillado frente a ella había sido su auxilio. Le tendió una mano y él le ayudo a incorporarse.
-Apóyese en mí por favor, caminemos un poco para que recupere su equilibrio.

-Quisiera bajar…
-Vamos, déme su mano.
Lentamente descendieron por el sin fin de escalones y llegaron hasta la calzada, había una multitud de gente por todos lados, bullicio y fiesta.
-Debo agradecerle su ayuda…
-Nada de eso, ha sido un placer. ¿Segura que se siente bien?
-Sí, gracias…
-Bueno, entonces la dejo para que siga su paseo…
Ella le sonrió y por un instante él miró sus celestes ojos y después de una leve inclinación se volvió alejándose y mezclándose entre la gente. Le vio un caminar ligero y altivo y casi lo perdía de vista cuando sin pensar oyó su propia voz exclamar fuerte y claro:
¡Coatlinzin!…
Alcanzó a verlo volverse para mirarla y luego lo perdió de vista entre el mar de gente.

A menudo sus sueños la llevan
a visitar una misteriosa selva
que le es familiar y se le
aparece fugazmente el
leopardo que habita en ella.

Texto agregado el 15-07-2003, y leído por 1919 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
01-07-2004 Impresionante lectura...de una calidad literaria indudable y con un estilo maduro y eficaz...me ha encantado cómo se desarrollan los acontecimientos y esa doble visión...Es muy fácil leerte, muy suave y rápido el surcar tus palabras. Mi enhorabuena! LoboAzul
22-01-2004 " La noche boca arriba " superalfa
18-12-2003 Una obra fortísima, de lectura cautivante y arrobadora. Un canto a las almas y sus encuentros narrado con maestría y manejo hábil del lenguaje y sus recursos. Uno de los mejores cuentos de esta página al cual no se le puede ahorrar ningún tipo de comentario. Excelente!! tambordehojalata
29-10-2003 la luz del sol se coló lenta y dulcemente por mis ojos a medida que recorrían cada palabra mágica de este fascinante encuentro de almas....piquitos con estrellas cuenteros...gracias por compartir la luz gaviotapatagonica
27-09-2003 Déjeme decirle señor Falcón, que me encanto su cuento. Dejar volar la imaginación y vivir un poco o un mucho un cuento al leerlo, y lograr tener cautivo al lector ya se ganó un 10. ¡Felicidades! maranti...Ah, y gracias por la bienvenida. maranti
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