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Inicio / Cuenteros Locales / sistemas_arg / La magia de un pino

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Faltaban pocos días, pero la tristeza reinaba en las expresiones de cada miembro de la familia López, al observar el rincón vacío, donde año tras año armaban un pino gigantesco con todos sus adornos navideños.
José el padre, se encontraba incómodamente tirado sobre el sofá tratando de recuperarse de la caída del caballo que como saldo, le dejo un par de costillas fracturadas que le hacían dificultoso respirar, menos aun moverse.
Roxana la única hija, decidió salir a caminar por el bosque esa mañana, para mitigar un poco su propia angustia. No llevaba prisa ya que era temprano, decidió ir por el sendero que la llevaría hasta el manantial de aguas cristalinas, pero a medida que se acercaba, un extraño chirrido combinado con el rugir de un motor le llamo la atención, el sonido parecía provenir del otro lado de la loma.
Ella conocía cada palmo de ese bosque con sus diferentes tipos de vegetación, los cipreses plantados por el hombre, se entremezclaban con los propios árboles de la región donde predominaban sobre todo el espinillo, algún que otro tala y el infaltable molle con su amplia cabellera de verdes hojas, encubiertas por plantas rojizas colgantes que vivían a expensas de su savia.
Necesitando saciar su curiosidad, se dirigió hacia desde donde provenían aquellos extraños sonidos, a medida que se acercaba aumentaban en intensidad, también reconoció el inconfundible chasquido que se producía al quebrarse las gruesas ramas.
Al fin pudo llegar a ver que causaba tanto alboroto, se quedo boqui abierta al ver como una topadora, arrasaba todo lo que encontraba a su paso, abriendo como una profunda y desgarrante herida en tan majestuosa selva, pero otra cosa le llamo mas la atención todavía, era un hermoso y bien formado pino que no llegaría a un par de metros de altura, que se encontraba en la trayectoria de la implacable maquina.
Roxana dudo unos instantes, luego de lo cual se dirigió en veloz carrera hacia aquel árbol.
El maquinista al ver a la niña pequeña corriendo en dirección al lugar de su trabajo, detuvo inmediatamente la ruidosa topadora, mientras le gritaba que se detenga, pero ella siguió hasta llegar junto al preciado pino, no cesando de contemplar su belleza. Era casi como un cono perfecto con sus ramas llenas de azuladas agujas, su imaginación le hacían ver todo el esplendor de las bolas navideñas multicolores con las plateadas y doradas cintas pendientes de cada rama y al levantar la vista la infaltable estrella con brillo propio que remataría el final como apuntando hacia el diáfano cielo. Los lagrimones que se deslizaban lentamente por sus suaves mejillas hasta caer sobre su colorida blusa, no pasaron desadvertidos para el intrigado maquinista que no dejaba de reprimir a la audaz niña y con cara de desconcierto al fin le pregunto: ¿Por qué lloras pequeña, mientras contemplas tan intensamente a este árbol?...solo es un pino.
La desazón de Roxana era tan grande que con una voz casi como apagada repuso al hombre:
Es un bello pino como el que mi padre hubiera buscado para poner en el living, para que todos lo armáramos con los adornos navideños...pero este año no lo tendremos...mi padre esta postrado por un accidente que tuvo.
Al maquinista le rompió el corazón escuchar entre sollozos la triste historia, pero se le ocurrió una idea y sin demorarse tomándole las manos a Roxana le dijo:
Mira pequeña, me ofrezco para sacarte este pino y llevártelo a tu casa, armártelo en el living para que puedan colocarle todos los adornos necesarios...¿que me dices?
El solo hecho de observar el repentino brillo de sus vivaces ojos negros y la sonrisa que se le desdibujada, eran mas que suficientes como respuesta para aquel buen samaritano, que acto seguido invito a Roxana a subir y compartir el amplio asiento de la topadora. Con gran destreza, socavo alrededor de aquel pino, con la cuchilla trasera, hasta dejarlo totalmente liberado y con unas correas que solía llevar a bordo sujeto firmemente al preciado árbol, para luego transportarlo hasta la pick up estacionada a orillas del camino rural, que bordeaba el bosque.
José contemplaba a aquella pick up azul descolorida que iba ingresando a su propiedad, hasta detenerse frente a la casa. De su interior, primero vio descender a Roxana que venia corriendo hacia la puerta de ingreso llamando alegremente...!Papa!...!Papa!, luego a aquel corpulento extraño con camisa de leñador y gorra negra que hacia juego con su barba, que también tímidamente se dirigía hacia la misma puerta.
Maria, la madre de Roxana, salió a recibirlos abandonando por unos instantes los demás preparativos para la noche buena, al escuchar al forastero el motivo de su visita, se quedo perpleja y como agradecida a la buena providencia, lo hizo pasar hasta donde se encontraba José, que con gran esfuerzo logro extender su brazo para saludarlo y después de escuchar el motivo de su visita le agradeció por su acción, luego aquel hombre tomo el pino y lo acomodo cuidadosamente en el gigantesco macetero.
La familia López abrasados y llenos de dicha no cesaban de contemplar la belleza de aquel pino verde azulado, sin percatarse que el buen hombre ya no se encontraba dentro del living. Se había marchado sigilosamente dejando como único rastro, el milagro de un hermoso pino que luego estaría cubierto de adornos que devolvería la sonrisa a la familia López.

N.D.J.

Texto agregado el 19-01-2005, y leído por 163 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
20-01-2005 Hermoso cuento con toques nostalgicos navideños. Magdalena gmmagdalena
 
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