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En una mañana de primavera, sentado sobre un tronco, rodeado de sus escasos enceres, estaba aquel hombre humildemente conocido como “Gregorio el llorón”.
Saboreaba unos amargos, ya mas que lavados, que en nada se parecían a sus recuerdos. Entre mate y mate algún criollo seco y viejo, rebotaba de sus pocos dientes. Su mente, divagaba sobre los años felices, aquellos que tanto marcaron su destino.
A pesar de su mediana edad, su rostro evidenciaba las dormidas a la intemperie, con el escaso abrigo proporcionado por unos cartones encimados, mientras intentaba mantener viva las llamas en un tarro negro encajado entre las piedras. Para ello disponía solamente de alguna resaca de la ultima creciente, que por un rato aliviaban su sufrir.
Así y todo, no parecía demasiado preocupado por su actual situación, mas bien había logrado su paz interior, después de haber tenido en su vida todo lo que mas deseaba y que de un desgarrante golpe se lo arrebataron.
Aparentaba ser un hombre rudo y curtido, no obstante, no lograba disimular las gotas saladas, que descendían por sus mejillas arrugadas, cada ves que le venia a memoria su único amor, aquella mujer preciosa de los brillantes ojos azules, que amo con locura, que en un todo se jugo por hacer feliz, pero claro...El destino, no quiso que así fuera y un día de aquel particularmente frió invierno, cambio para siempre.
Recién había puesto en marcha el automóvil y a pocos metros, tenia que cruzar un paso a nivel sin barreras, el motor no estaba en régimen todavía. Al llegar al cruce miro en ambas direcciones luego prosiguió, todo se veía gris como el mismo cielo nublado..escucho una bocina muy estridente, al percatarse de la realidad, un escalofrío recorrió su cuerpo, estaba muy cerca un tren color plata...!demasiado cerca!
En su desesperación aceleró, pero el motor se detuvo quedando a merced de la implacable máquina en medio de la vía.
El ruido a metal desgarrándose fue infernal, donde el convoy como cansado de hacer lo que le plazca con aquel despojo de chatarra, lo abandonó al fin a un costado. Hacia solo unos instantes era un vehículo mas bien moderno, con una feliz pareja en su interior, cuya intención era disfrutar de una amena salida al campo.
No tardaron en llegar los bomberos...también los curioso. Después de desesperados esfuerzos, los paramédicos lograron trasladar dos cuerpos al hospital. Uno lo ingresaron al quirófano, el otro...directamente al subsuelo del mismo edificio, al sepulcral silencio de una cámara frigorífica.
No aparentaba golpes significativos es mas, lucia impecable su suave y dorada cabellera, rodeando la serena expresión de su cara. Pasaron varios meses y nadie reclamaba su cuerpo, solo uno podía hacerlo si es que algún día lograba volver a caminar.
Pero la realidad se la tenían oculta, diciéndole que su pareja, se encontraba internada en otro nosocomio sensiblemente mejor pero imposibilitada de hablar y menos aun moverse.
Con el paso del tiempo ya bastante recuperado y en condiciones de buscar a su amor, no le quedo mas remedio a su medico cabecera, que llevarlo hacia un pasillo frió y lúgubre del subsuelo, a donde no quería llegar. Antes de pasar por una puerta vaivén, tomo a Gregorio de sus débiles hombros...lo miro fijamente a los ojos y con voz media entrecortada le dijo:
Hay algo que quisiera que sepa antes de que traspasemos esa puerta, no es precisamente un lugar agradable donde lo llevo...mas bien todo lo contrario pero necesito que me escuche con atención.
El hombre asintió con su cabeza, sin sospechar para nada a que se refería, había solo un par de grotescas sillas metálicas en la antesala, a donde el medico lo invito a sentarse, luego continuó diciéndole:
Temo que todo este tiempo no hemos sido muy sinceros con Ud. por su bien claro pero, se que le causara mucho dolor...
Como alcanzado por un rayo, el debilitado Gregorio al instante comprendió a donde lo llevaban...lanzo un grito aterrador que se escurrió por todos los pasillos mientras de un salto se abalanzo sobre la puerta, con las escasas fuerzas que tenia.
Fue en vano intentar detenerlo...ya estaba adentro horrorizado, contemplando las hileras de gavetas de acero inoxidable, de cuyas manijas solo pendía una etiqueta con alguna identificación que diferenciaba una de otra y no pudiendo contener mas su desesperación, siguió gritando negando lo que estaba a punto de ver, sus piernas flaquearon desmoronándose, en un solo llanto de dolor por la terrible perdida...su amor sublime...su Natalie.
Se preguntaba una y otra ves, por que...por que, mas no encontraba respuestas...
Ahora al recordar su pasado mientras secaba las lagrimas con el puño sucio del viejo suéter, solo le quedaba la imagen de los momentos felices, donde creyó tocar el cielo con sus manos.
En esa relación, tenia todo lo que su corazón y su espíritu necesitaban, la dulzura, el romanticismo, su sensual sonrisa, el brillo de esos preciosos ojos azules...vibraba de pasión, solo que no contaba con una cosa...
Sin importarle mas nada del mundo terrenal, estaba dispuesto a cargar con su culpa por el resto de sus días hasta poder compartir con su ángel que pacientemente estaría esperándolo, toda la pasión que un hombre y una mujer pueden merecer, aunque solo sea en el cielo.
Entre sus compañeros de techo bajo el puente popularmente lo conocían como“Gregorio el llorón”.

N.D.J.

Texto agregado el 19-01-2005, y leído por 113 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
19-01-2005 un lindo relato lleno de imagenes........ jerox
 
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