TREINTA DE ABRIL
Sé que voy a morir.Lo presiento por ese sexto sentido que tantas veces me salvó la vida y que hoy me anticipa el final...
Y no me importa.
Estoy cansado de andar escapando, durmiendo con un ojo abierto y con un cuchillo en la mano.
Ya ni me acuerdo de otra forma de vida.
Mi caballo es mi casa,y estos tres paisanos mal vestidos y sucios, son mi familia.
Me llegó el chisme que del lado del Saladillo se viene un tal Teniente Varela con un montón de milicos,para darme caza...y creo que esta vez no los voy a poder eludir.
Tengo que llegar a Lobos,donde el Caudillo me debe favores.
Necesito un día –un solo día- para ordenar mis papeles y ponerme en paz con Dios
Dice el Padre Antonio que eso no va a ser posible...por lo de las muertes.Pero Dios sabe que siempre maté de frente,en duelo franco...de manera que creo que voy a poder arreglar con El.
Lo de Navarro,era cuestión de vida o muerte.Se habían acabado la comida y las municiones.El Remigio tenía mucha fiebre y era necesario que lo viera el Doctor
.El chupatintas del Diario lo dio vuelta todo...
Se dio el lujo de hablar del “Malon Blanco”.Lástima que no me quede tiempo para “arreglarlo”.
Yo sé que La Rosa está viviendo en Lobos,en el Boliche “La Estrella”.Ella tiene los papeles del chico y el Acta que nos dio el Cura ese día.Quiero pasar a verla y a darle unos encargos...por si acaso.
A Bosch ya lo burlé tantas veces,que le he perdido el respeto.Pero Varela es otra cosa...Es hombre entendido y solo muerto desistirá de capturarme..El Julián dice que vamos a zafar...que los policianos no van a encontrarnos y que si lo hacen,peor para ellos.
Pero Andrada es hombre de poco entendimiento –aunque fiel como un perro- y no confío en su Juicio.
Además la Vieja India fue muy clara cuando me dijo que la Luna Nueva me llevará para el pago de mis ancestros...
Y si antes no falló,porqué habría de hacerlo ahora.?
De todos modos,no me interesa demasiado.
Ya son muchos los años andando sin rumbo,sin apegos...
Yo sé a qué se dedica la Rosa allá en “La Estrella” pero no voy a reprocharle nada.Para qué...
Hubo un tiempo en que todo pudo ser distinto,pero hoy está librada a su propia suerte y se sostiene como puede.
Está terminando Abril,y con él también se van mis días.Si pudiera volver atrás el almanaque viviría distinto...más sosegado.
Nunca fui “Un Vago” ni un “malentretenido” como dicen los milicos.Desde chico fui buen jinete y el lazo nunca tuvo secretos para mí.
Sé curar “nombrando el pelo” y conozco todo el trabajo de Estancia.
Si aquel día hubiera evitado la pelea...
Yo sabía que aquel hombre era “de Comité”.Pero don Anastasio me había dado su palabra y yo no era capáz de poner en duda los dichos de un señor como ese.
Ni recuerdo ya la soncera que dio comienzo al problema.Solo me acuerdo que se me vino encima y que la cruz de mi cuchillo hizo tope contra su cuerpo,que se quedó temblando,caliente y muerto.
Después,el Bolichero,que mintió.
Que lo había “matado mal”...que el hombre “no había provocado”...
y don Anastasio que me falló.
Solo me quedaba escapar.
De ahí en más, es historia conocida.
Nadie emplea a un asesino y entonces lo necesario se consigue de cualquier forma.
Comprando cuando hay plata...o de prepo,cuando no la hay.
De lo otro, no me hago cargo.
Los diarios llenan hojas con cosas inventadas.
Unas que me pintan malo...otras que me muestran bueno.
Lo cierto es que no saben nada.
Mañana es Treinta de Abril y voy a hacer noche en “La estrella”.
Creo que será lugar seguro.
Y voy a dejar los papeles arreglados.
Yo quiero que el chico lleve mi apellido:
Moreira.
Texto aclaratorio: Juan Moreira fue un personaje histórico argentino.Va una breve semblanza: EL AMIGO DE JUAN MOREIRA
El 24 de febrero de 1877 se inaugura la cárcel de Mercedes, viniendo a nuestra ciudad para tal evento el presidente de los argentinos Nicolas Avellaneda con una nutrida comitiva, entre ellos se hallaba José Hernández, autor del libro que marca nuestra identidad: “ El Martín Fierro “. Ocupaba el cargo de Ministro de Seguridad.
Cuando las visitas terminan de recorrer las flamantes instalaciones, comienzan a ser trasladados de las mazmorras del Cabildo Municipal los presos allí detenidos que hasta ese momento vivían en condiciones de hacinamiento y sin ninguna higiene. Iban en carros, engrillados y fuertemente custodiados.
El destino quiso que se cruzasen sin ellos saverlo, al mencionado Hernández con Julián Andrada, hombre que había sido detenido en un prostíbulo de la localidad de Lobos llamado la Estrella, por una partida al mando del comandante Bosch. En ese momento se hallaba junto a su amigo y compañero de andanzas: Juan Moreira, el que fue muerto al tratar saltar una pared del fondo en su huida.
Este tal vez si no fué, era uno de los últimos gauchos matreros y montaráz. Personajes que tan bien describe y justifica Hernández en su obra cumbre.
(Fuente: Historia de la Carcel de Mercedes - de Lidia S. Rodriguez Méndez - 1989 )
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