-¡He visto cómo tratas a los clientes!, si seguimos así no vamos a llegar a ningún lado.
-Pero señor, fue un mal momento…
-No, no hay excusa, un cliente es un cliente. Te voy dejar en periodo de prueba.
Se quedó pensando en lo que le había dicho el jefe, no era precisamente lo que ella esperaba, y no es que se considerara la mejor vendedora, pero…Si, ella realmente se esforzaba por complacer a la gente, siempre buscaba lo que ellos necesitaban y les hablaba gentilmente, sólo que nadie se molestaba en reportar eso, pedían al encargado o al jefe cuando ella se equivocaba. Y es que también era humana, ¡como todos los demás!, tenía derecho a subir la voz de vez en cuando…
-Disculpa, ¿Te sientes mal?
-No, no. Sólo estaba pensando
-Te estaba hablando hace rato, pero me pareció que no escuchabas.
-Lo siento, ¿Qué desea?
-Quiero un dulce, algo liviano (para viajes largos, ya sabes). Que no sea muy caro.
-Claro, hay papas fritas, rayitas, jugos o un coyac.
El hombre escogió un collac (un dulce) y puso un billete de $ 20000 sobre el mostrador, al tiempo que hacía un gesto de súplica y le pedía cambio. Ella, con resignación se puso a buscar el vuelto en la caja, pero no había suficiente. En efecto, sólo un poco antes de la conversación con el jefe, habían venido de la compañía de seguridad a llevarse casi todo el dinero de la caja registradora.
-Lo siento no hay vuelto, sólo tengo $15000
-¡Que lastima!..
La cara del cliente hizo un gesto extraño, parecía sudar, sus manos se movieron nerviosamente hasta que encontraron los bolsillos, seguramente estaba buscando sencillo, pensó ella. Pero un movimiento repentino del hombre la alertó. Mientras ella daba un paso hacia atrás y buscaba a tientas el botón de seguridad, él la apuntaba con una pistola recién sacada del bolsillo de la chaqueta.
-¡Dame todo lo que hay en la caja!
El arma le quedó apenas a medio centímetro del mentón, tuvo que moverse un poco más atrás y el botón quedó demasiado lejos ya. Con lentitud comenzó a sacar el dinero. El hombre estaba perdiendo la paciencia y palidecía cada vez más. De pronto se escuchó una sirena que se acercaba y ella, sin pensar que podría morir, se lanzó contra la mano que llevaba la pistola y ésta saltó hasta el otro lado del almacén. Con movimientos muy rápidos, él recuperó su pistola y al tiempo que escapaba le lanzó una mirada de frustración a la vendedora, no era tan fácil como lo pintaban, tal vez otro día lo lograría, pensó.
Mientras esperaba a los de seguridad y a los carabineros, ella se puso a pensar en lo que había pasado. Recordó al jefe y al período de prueba y se imaginó que nadie le creería lo que había ocurrido…
-Disculpe, ¿usted llamó a seguridad?
-Si. Bueno…
Bajó la vista y miró hacia el mostrador, no sabía como empezar. En ese momento se fijó en algo que había encima del mesón, un billete. El billete de $20000 seguía allí y ella no se había dado cuenta. Ignorando completamente al hombre de seguridad, comprobó el billete con la maquinita. Era original. Nada podía ser tan malo. De todas maneras, tal vez ya no la echarían y hasta a lo mejor, con aquella valerosa actuación, se ganaba el premio a la mejor vendedora del mes…
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