El jardín era grande y llevaba mucho tiempo arreglarlo, me dispuse a descansar, y pasar bellos momentos disfrutando con la familia, luego de cenar, subí al altillo, como lo hacía todas las noches.
Recordaba mis tiempos de militar, cosas buenas, cosas malas, que quedaron grabadas en mi mente, como cicatrices marcadas por el hierro candente.
Me llamaba José, pero después de aquello.....me cambié de nombre, ahora soy Rubén, el buen vecino y ejemplar padre de familia.
Abrí el tablero de ajedrez, lo coloqué sobre la mesita ratona y acomodé las piezas, ya estaba por llegar mi mejor amigo, para comenzar la partida, espero poder ganarle, pero esa noche, él no llegó y su lugar parecía ocupado por alguien invisible, pues el almohadón del mullido sillón se notaba hundido, atemorizado pregunté, ¿quién esta ahí, quién eres? y una voz como lejana contestó, ¡soy la voz de su conciencia! ¿no se acuerda de mí coronel?
¡mi nombre era Guillermo! 18 años, alto, delgado, estudiante de medicina, y si deja de rechinar los dientes, escuchará el lamento de todos mis amigos que vinieron conmigo, ellos también fueron ejecutados por sus manos asesinas,
¡haga nomás su jugada coronel!
Sal fantasma, sal de aquí, y no me molestes más, eso pasó hace mucho tiempo, yo ya pedí perdón y fui exonerado, perplejo y ofuscado, movió un peón, quedando justo en línea con la torre que lo protegía, pero el caballo del fantasma lo comió, el coronel siguió moviendo las piezas según su turno, nuevamente Guillermo lo desafió riendo a carcajadas, y le recordaba la tortura vivida.
Era la celda gris y húmeda, tenía mucho frío y hambre, luego cuando agotadas mis fuerzas, me arrastraban al cuartito donde ordenabas que me picanearan, sentía mis entrañas desgarrarse, pero ellos seguían, me arrancaron las uñas, el dolor era tan atroz que ya mi voz herida daba gritos de silencio; que impotencia corría por mi cuerpo, pero tú gozabas con ese sufrimiento ajeno, claro, no fui solamente yo, hubo muchos más, en la cuál tú dabas las sentencias de muerte a cada uno de nosotros.
Por eso estoy aquí, soslayándome contigo, castigándote, no te dejaré vivir en paz, atormentaré tu conciencia hasta que enloquezcas, por eso mi coronel, ¡jaque mate!
esta partida la gano yo.
Penny
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