Imaginando cómo todo había partido, hallé un susurro, escondidito en el fondo de un cajón lleno de cachureos. Habían botellas vacías, papeles, viejas boletas, un cuaderno con dedicatorias, una carpeta con viejos poemas y un libro lleno de las canciones que alguna vez canté...pero también había un susurro...
Estaba allí, intacto, esperando quizás el momento oportuno de ser encontrado y puesto en el lugar que merecía.
Lo tomé, entonces, pero estaba inquieto, temeroso. Se escapó de mis manos, de hecho, y tuve que ir de gatas por toda la habitación tratando de atraparlo.
Hasta que lo pillé. Y el susurro, con lágrimas en los ojos, me habló de aquella primera vez.
Me habló de juegos previos, de miradas, de un supuesto coqueteo mutuo. De poemas silenciosos, aguardando en el fondo de un bolsillo. Me habló de vasos a medio llenar, de música incidental y de silencios que se hacían eternos. Me habló de gestos, de que jamás se habría imaginado que esa historia -similar en su comienzo a tantas otras que me habían arrancado sangre y lágrimas- podría convertirse en un bastión de fe, en una réplica del paraíso aquí en la tierra.
El susurro también me habló de cuánto ambos habíamos esperado por esta oportunidad. Me habló de sonrisas y esperanzas. Pero sobre todo de amor...
Tomé al susurro por las manos, le di un fuerte abrazo y lo dejé volar, rumbo al aire. Me dijo que me esperaba en el paraíso, de la mano contigo.
Me dijo que me la jugara por la felicidad... |