Aquel amanecer fue distinto a los anteriores, él como todos los días saca sus sandalias debajo de la cama, se arropa con su bata de levantarse y parte a paso lento hacia la cocina.
Como es de esperar, el sonido del alba acompaña su lento despertar, pero algo le hizo recordar, recordar que algo faltaba, algo que el ya casi había olvidado por alguna maldita amnesia que ni el mismo se explica.
En el segundo piso de su casa, se le ve, sentado a los pies de la cama, revisando un libro lleno de ilusión, alegría y amor. Era el libro de matrimonio que hace mas de diez años no veía, ¿que le hizo recordar que ese libro se encontraba en la repisa de su closet?, ni el mismo se lo explica. Al abrir cada hoja de aquel álbum, el aroma de unas rosas secas le hacen recordar momentos alegres, llenos de vida, cuando todavía en su cuerpo estaba el génesis de su energía. Ahora en el apogeo de sus fuerzas, el llora, su lagrima recorre el rostro de aquel ser quien un día fue su compañera.
Si bien recordó el rostro de su esposa, más no los hechos por los cuales se encontraba solo.
Su mente vagaba entre los limites de lo real y la locura, pero al ver la fotografía de ella, una pena enorme embargaba su espíritu, las lagrimas volvieron a brotar, el álbum de fotos se limpiaba de toda la suciedad de años de encierro.
La luz del alba golpea con mas fuerza el rostro del hombre, triste y lleno de rabia comprende lo que sucedió, él la alejo, por sus rabias e intolerancia, ella no volverá jamás a su lado, lleno de ira, baja al primer piso, toma su auto y desaparece, hasta el momento nadie sabe donde esta, nadie sabe donde esta su mente, el espíritu desapareció, su carcasa se encuentra entre rejas y esposado a un colchón.
Lo último que escribió antes de caer en coma, producto de una sobredosis de drogas en el psiquiátrico, es esto:
“Querida familia, bueno ustedes saben que no los he tratado bien, pero no me merezco esto. ¿Fui un buen padre verdad?, creo que lo fui, ahora espero que me perdonen, necesito partir, necesito irme, quizás ustedes algún día me encontraran y los invitare a pasar a mi mundo, si al mundo que creé para apaciguar el dolor, yo la amaba!!!!, lo entienden?, lo pueden entender? me siento solo, muy solo, necesito la compañía de ellos, si ellos me acompañan siempre, son los demonios de mi mente, no me dejarán en paz nunca, su madre tenía el poder de retenerlos y ahora, a ho ra no esta...”
Sus hijos entre llantos, terminan de leer la carta de alguien que un día los cobijó y alimentó. Entretanto que la mañana del 30 de Octubre, los primeros rayos del alba golpean el contorno de los tres hijos que estaban ahí, la sombra de la hija mayor se distingue perfectamente en la pared, junto a ella están las siluetas de sus dos hermanos, atrás de las siluetas se situaba una sombra que los cobijaba y abrazaba, la hija mayor al darse vuelta vio aquella sombra dispersarse en el viento, mientras un escalofrió le recorría la espalda, el susurro del viento les dijo “Los AMO...”
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