Se preguntaba que había pasado con su inspiración. Había publicado un libro de cuentos hace muchos años, y después no había vuelto a escribir cuentos.
Hacerse esa pregunta le posibilitó una respuesta inesperada, ya que se motivó de nuevo con el tema, así fue como descubrió en la Red, gracias a un amigo, un sitio de cuentos de 100 palabras (ni una más ni una menos) Eso lo motivó a escribir, respondiendo al desafío. Y un cuento lo vino a visitar ,desde un lugar más adentro de sí mismo, acerca de un objeto mágico.
Así fue como se encontró escribiendo varios cuentos de cien palabras. Todos los mandaba al sitio inspirador. Había encontrado un lugar en que sus cuentos eran leídos de manera instantánea, sin tener que pasar por las penurias de la edición.
Todo funcionaba de mil maravillas, (Pero eran mil, no cien) Eso le pasó ( que las maravillas eran más de cien) cuando escribió un cuento de 140 palabras y no pudo acortarlo.
¿Qué podía hacer?
Por suerte el hada madrina de los cibernautas lo salvó. Fue donde ella con su extraño nombre cabalístico: “Gooogle” y ella le encontró un sitio, en español, en que se podían subir cuentos de cualquier número de palabras.
Esa noche subió el primer cuento al nuevo sito. Par su sorpresa, unos pocos minutos después recibió un comentario a su cuento, y no solo eso, en su libro de visitas, (el sitio tenía además para cada participante un libro de visitas. ¡Que lujo!), recibió un saludo poético en que le agradecían su participación. El saludo era indudablemente único, ya que hablaban de su país de origen y también de su participación en horas de la madrugada.
Esa nota lo incitó a participar más, no sólo mandando cuentos, sino participando en otras posibilidades que el sitio le ofrecía. Así fue como respondió al desafío poético de un participante, llevándolo a escribir un cuento que a él mismo lo sorprendió.
Al agradecerle entró en su libro de visitas, y se encontró... con el mismo mensaje que él había recibido al entrar al sitio por primera vez. (Ese mensaje que él había juzgado tan único)
¿Desilusión? Posiblemente, pero más importante que eso, es que acababa de recibir una lección. Justamente sobre lo que estaba haciendo ahí, ahí en ese lugar de cuentos. Porque, las gracias de los cuentos son justamente las vueltas inesperadas y las sorpresas: Lo que parece ser algo... resulta otra cosa muy diferente.
Entonces se encontró con que a su decepción se sumaba el agradecimiento para la autora, no sólo por la lección, sino por la atención que recibió al llegar, que lo inspiró para continuar explorando la posibilidad de crear que el sitio les daba a todos, y también de jugar con identidades y mensajes.
Entonces, decidió darle otra vuelta más al asunto y escribir un cuento con la misma historia.
Eso hasta que no aparezca una nueva vuelta, una nueva sorpresa...
(Añadió un comentario días depués: Si ves mi poema "Sufimiento creativo" encontrarás otra vuelta...)
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