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INSOMNIO


Amor, te siento aquí, sé que estás cerca de mí pero no te veo ni te puedo tocar, no importa... eso ya no importa; me conformo con sentir tu presencia cerca, muy cerca, como sé que estás en estos momentos junto a mí.
Ahora que estás acá quiero que conversemos, yo no te podré escuchar, pero creo que a estas alturas eso es solo un detalle... Sólo quiero que sepas lo mucho que te extraño, y que me siento solo muy solo. Son las cuatro de la madrugada y aún no me puedo dormir, intento pensar, pero no logro entender esto... Te juro que no lo logro.
Teníamos tantos planes juntos!... ¿Recuerdas?. Yo siempre pensé en el futuro; en nuestro futuro. Pensaba a cada momento en los hijos que tendríamos, pero se me olvidó algo muy importante... ¿Qué haría yo el día en que tu me faltaras?. Por algún segundo de mi vida se me paso por la mente el momento en que fuéramos un par de viejos, y alguno tuviera que morir por ley de vida, pero tan grande era el miedo que me invadía al saber que eras tu quien partiría primero que prefería olvidarlo tan rápido como lo había pensado, y es por eso que nunca alcancé a ver la respuesta a semejante pesadilla; pesadilla que ahora estoy viviendo y de la cual ésta vez no puedo arrancar.
Tú lo eras todo para mí, y aun lo eres aunque ahora de una manera especial. Para todos tu ya partiste y solo se refugian en un melancólico recuerdo, pero para mí no; para mí tu aun estás aquí, aunque no te veo, ni te puedo abrazar o tocar, eso me basta para seguir existiendo... con un vacío muy grande dentro, pero que ya no se puede remediar ni llenar con nada.
Tres hijos, una casa un poco más grande, vacaciones en familia a la playa, citas a escondidas tras los árboles del campo que solíamos visitar, fueron algunos de los planes que dejaste pendiente, como un gran saco que me hubiese tocado cargar sólo. ¿Qué pasó con todo eso? ¿Acaso lo olvidaste?. Estoy seguro que al ir recordando estas cosas tu debes sonreír, pero en mi estos recuerdos le quitan manos a las lagrimas y éstas se van resbalando una a una y me van inundando de angustia, desesperación y pena hasta consumirme. Te juro que hubiese preferido cualquier otro tipo de separación... cualquiera menos ésta.
Todavía recuerdo claramente aquel día en que llegaste del médico y dijiste que no tenías nada serio, y yo aunque no vi el mismo brillo en tus ojos te creí, e incluso me sentí aliviado al saber que la persona que le daba sentido a mi vida estaba bien... sana... perfecta.
Pasó el tiempo, aunque en realidad no sé exactamente cuánto, en esos entonces yo no sabía de tiempo junto a ti, y fuiste poco a poco decayendo, cuando me veías llegar con la flor que arrancaba en el camino cada día para ti, intentabas poner mejor cara, pero auque siempre me daba cuenta de eso prefería evitarlo. Ambos nos evitamos un dolor que ahora resulto ser peor.
Y así te fuiste enfermando cada día mas. Recuerdo aquellas veces en que intentaste contarme algo, pero mi cobardía me volvía sordo y nunca quise saber nada. Pero, ¿Tú porque no insististe?, ¿Por qué nunca dijiste nada?. Sé que no lo hubiese entendido, pero te prometo que me abría ido contigo al lugar que fuese...
Sé que aquella vez; la única que me arme de valor y te pregunte por que frecuentabas tanto el médico, tus palabras fueron de un sentido un poco mas profundo de lo que aparentaban, y me dijiste que pasara lo que pasara estarías conmigo y que el amor curaba cualquier enfermedad, por que en él estaba nuestra fuerza... y nuestra vida misma. Y aunque tu respuesta me sacaba de mi angustia y me daba alegría y emoción, yo presentía algo malo.
Aquel día de otoño en que celebraríamos nuestro aniversario yo traía una botella de un buen vivo y tu flor, pero al entrar a la casa sentí de inmediato el mal presentimiento asechando mi entrada. Corrí al dormitorio y ahí estabas, tenías los ojos entreabiertos pero estabas como dormida. Tan rápido como pude llamé al doctor y el vino enseguida a la casa, como si hubiese estado esperando mi llamada. Recuerdo que te hizo un sinnúmero de cosas que prefiero no recordar, pero yo nunca te deje sola... siempre estuve contigo. Al poco tiempo pareció que todo fue solo un mal sueño, parecías estar mejor, pero yo igual volvía más temprano del trabajo para cuidarte... cuidarte de algo que nunca supe lo que era. Pero tu me decías que no preocupara, que bastaba con sentirse así, tan unidos para tener fuerzas y esperar a que pasara ese mal momento... un momento que se había quedado anclado en nosotros.
Pero... y esto me cuesta decirlo... al ir recordando vuelvo nuevamente a llorar, sé que aun estás aquí, como si esperaras a lo que voy a decir. Veo tu sombra tras la cortina, me acerco pese a la oscuridad de la noche, pero al correr esos ropajes inmóviles no hay nada... ¿Dónde estás?... Aquel fue el peor día de mi vida., llovía igual que ahora, quizá más fuerte, y el frío hacía lo suyo. Yo estaba trabajando, y de un momento a otro me vino una puntada muy fuerte dentro, ensimismado comencé a recordar muchos momentos de nuestra vida, fue ahí cuando sentí el llamado de un compañero avisando que tenía una llamada en la línea. Fui a contestar, sentí tu voz, pero no eras tú. Salí de la oficina casi corriendo, era la primera vez que el viaje de menos de quince minutos hasta la casa se me hacía tan eterno.
Entre y estabas en nuestra cama... parecías dormida. Antes de hablarte tomé el teléfono para llamar al doctor, pero me lo impediste.
— No me dejes sola, quédate conmigo – dijiste en un tono débil.
Confundido me recosté junto a ti y te abracé tan cerca de mí, que podía sentir como tu respiración se unía a la mía. Luego te besé y te dije que muy pronto todo pasaría... ¿Recuerdas?. Tu me sonreíste, pero al igual que yo sabías que esta vez se acercaba un desenlace certero.
— La flor –me dijiste- ¿La trajiste hoy?.
Justo aquel día no había llevado conmigo tu flor, pero presentí que sería la última, aunque me costaba aceptarlo y ya no podía ocultar todo lo que estaba sintiendo, lo sabia, y salí al jardín a buscar una. El día estaba lluvioso y pocas flores se habían atrevido a salir aquel día. Tomé la primera que encontré, era pequeña, de esas que nacen solas sin que nadie lo quiera... así como te estabas escapando tu; sin que nadie lo quisiera.
Me acerqué a ti y las gotas que se habían quedado ocultas en mí te mojaron la cara, y los labios, que cada vez tenían mas oscuros y resecos.
— Ésta me la llevo conmigo.
— No! Te dije –decayendo ante las lagrimas que se habían amotinado en mis ojos- Tienes que ponerla en el florero junto a las otras.
Vi como te emocionabas, y tus ojos se tornaban brillosos por la humedad.
— No llores, quédate tranquilo –dijiste con tu serenidad de siempre
— Pero entiende que yo te necesito...
— Lo sé, pero déjame partir, esto no va a cambiar nada, yo voy a seguir estando a tu lado.
— Si te vas me voy contigo –dije en un tono casi de orden.
Sonreíste e intentaste levantar la mano para acariciarme; sé que me viste como a un niño, pero tus fuerzas no te lo permitieron, por eso tomé yo tu mano y la acerqué a mi hasta besarla, mientras veía como te estabas adelantando en nuestro camino, aun sabiendo que el acuerdo era caminar siempre juntos.
— Amor, ¿Que hago sin ti? – te pregunte consciente de que esa respuesta no la tenías, o no la ibas a responder.
— Te amo – dijiste, y guardaste silencio hasta ahora... para siempre.
Quise llorar a gritos, no me quería convencer de lo que estaba viviendo, te abracé y puse mi cabeza junto a la tuya, y así, lloré hasta que no me quedaron lágrimas.
No supe de velorio, ni nada parecido, menos de un funeral o una sepultura. No asistí a nada de eso, no pretendía ser yo quien te dejara abandonada en aquella solitaria urna, en la cual solo había espacio para uno. Muchas veces cerraba los ojos y esperaba despertar y ver que todo había sido un mal sueño, y comenzar todo de nuevo...
Y así, pasaron los días y yo seguía llegando a la casa como siempre, te conversaba y contaba lo que había echo en el día, me iba a dormir y te daba el beso de buenas noches, etc. Pero un días me cansé de todo eso, sabía que no estabas en nuestra casa; lo sabía por ese vació que inundaba el ambiente.
Ahora que estás acá te cuento lo triste que ha sido mi vida sin ti, pues no tengo ganas de seguir con esto, de realizar nuestras metas sólo, de comer y de ir a la cama temprano, aunque me siento mucho más aliviado al desahogar todo esto que te he dicho. Tal vez la carga de recuerdos era demasiado pesada para llevarla sólo.
Muchas veces te he sentido dando vueltas por la casa, pero nunca más te he vuelto a ver, aunque no pierdo las esperanzas, con el tiempo aprendí que nada es para siempre, y tengo fe en volver a ver tu mirada una vez más... Pero no importa, me basta con sentir este frío que me recorre la espalda, por que sé que eres tu y tus manos que lentamente me acarician. Afuera continúa lloviendo, este invierno se quedo anclado. Afuera aun se ven las flores de las cuales tomé una para ti, las que desde hace tres meses pasaron a ser un vínculo entre nosotros.
¡Te necesito tanto! Y sé que luego te irás por eso quiero que sepas que si nunca e visitado el lugar donde guardan tu cuerpo es porque no es necesario. Yo todos los días llego con tu flor y la pongo en el florero, estoy seguro que eres tu quien viene a sacar las marchitas para llevarlas allá donde todo vive.
No sé por qué, pero en esta casa siempre estás tu, y eso es lo único que me queda para seguir adelante. Y aunque no quiero nuevamente estoy llorando, ya está amaneciendo y es otra noche más que no puedo conciliar el sueño, pero no te preocupes, eso ya no importa... sin ti ya nada importa... nada.





Texto agregado el 16-01-2005, y leído por 380 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
08-03-2005 mis comentarios estan en el libro juliojeda
04-03-2005 A ver Lorena. Te voy a tirar algunas impresiones que me vinieron con la lectura: una es el tono edulcorado de la obra, las ideas, con esos matices de joven que le imprime las fantasías tristes a sus ficciones. Y eso se presiente, o tal vez solo sea este que te lee, al que no le convence ese tono. También note que en un principio buscas utilizar una literatura libre, del tipo que se sienta a escribir su carta a la mujer que no está, y mas allá de algunas fluctuaciones en los verbos, me parece que promediando el cuento, viras y terminas usando una voz, que no es la misma, sino que narrativiza- ¿se dirá así?- los hechos, distorsionándolos, como su hubieses pretendido darle mas hondura, mas profundidad sentimental. Y sí... ese lenguaje coloquial- por así decir- siento que te queda a mitad camino entre tu persona, tu modo de expresarte, y las pretensiones de tu personaje. Es tan difícil por lo demás lograr esa naturalidad... un abrazo... Abin_sur
02-03-2005 Hermoso y triste relato, donde el amor y la muerte se entremezclan en los recuerdos. Lo llevaste bien. Mis estrellas. Magda gmmagdalena
02-03-2005 Sírvame una dosis de amor, mezclada con nostalgia y agitada con tristeza. Me gustó. Nos vemos. El_Capitan
27-02-2005 WUAU... ME HAS REENCONTRADO CON TROZOS DE NOSTALGIA....BIEN!!!! zergio
15-02-2005 ooh :) linda historia felipe_castro
30-01-2005 De nuevo.. una excelente forma de escribir.. no se si habrá sido el destino o k.. pero en estos momentos .. ese escrito me está llegando muy profundo en el corazón... Tienes mis lágrimas como testigo.. xwolf
26-01-2005 me gusto mucho, es una historia desgarradora ofoperez
26-01-2005 nostalgia pura. Mezclado con un poquitito de Amor. Mi Plato Literario Favorito microman
18-01-2005 Es una historia muy tierna y muy triste a la vez. Está muy bien narrada, pero yo la habría hecho algo más corta. Esperaba algún tipo de sorpresa final que no ha llegado pues el mismo texto ha hecho que eso no fuese necesario. Mis felicitaciones. Un saludo de SOL-O-LUNA
18-01-2005 Linda historia de amor. Felicitaciones. jorval
 
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