La entrada a la cueva se presentaba cargada de fieras y esbirros.
Las apoteósicas palabras que me hicieron vomitar
Los estúpidos cerdos que reían sin saber por qué
La escapada del restaurante sucio para poder vomitar agusto
Las lágrimas del dolor, de la ira, de la prisión
El carril que me tienta y me seduce
Las manos, anchas y esbeltas
Las personas
Siempre esas personas
Las drogas
La entrada a mí infierno, cargada de felices
VOMITO MIS TECLAS
Una vez más
La entrada al restaurante sucio
La huida, huyo de los dos cerdos y de la prostituta
Los cerdos intentaron deborarme con sus carcajadas y sus asquerosas melenas rizadas
Y la protituta pretendía seducirme con sus asquerosas piernas huesudas y su cara llena de grietas y resina
Yo intenté liberarme, escribiendo todo ésto en la servilleta
La arrojé luego al suelo, para que pudiese ser leida
La huida al carril que me tentaba
a arrojarme

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