Hacia calor dentro de la cabaña de troncos, necesitaba respirar un poco de aire fresco...me sentía muy solitario así que tome un suéter liviano y sin pensarlo mucho, baje por la escalera empedrada hasta la suave arena de la playa.
La noche estaba espléndida para andar, la brisa del mar impactaba sobre mi rostro, la luna plateada en su máxima expresión le daba un tinte de brillos y reflejos a las olas que rompían sobre las rocas. Era la reina de la noche que parecía empujar fuera del escenario a un puñado de desafiantes nubes. A unos cientos de metros, estaba el muelle de añejos pilotes corroídos por el abandono. Camine sin prisa por la humedecida arena, donde cada tanto la espuma salpicaba mis pies descalzos, era la forma de integrarme mas de cerca a la naturaleza, sentir su presencia íntimamente. Ya en el muelle, busque un lugar cómodo para colgar mis piernas sobre la orilla y me quede observando.
Pasaron los minutos, quizás mas de lo pensado, hasta que de reojo algo llamo mi atención, fije la mirada hacia la playa desolada y allí estaba ella, caminando lentamente hacia mi, busque a mi alrededor para ver si alguien mas estaba presente, pero no...solo éramos ella y yo. A medida que se acercaba iba creándose una imagen mas definida, envuelta en una túnica blanca como la de un hada, su oscura cabellera danzaba libremente al viento, su figura marcaba intensamente las formas donde la luna jugaba con luz y sombra acentuando algunas, disimulando otras.
Me incorpore de un salto, nuevamente pisaba la humedecida arena, extendí mis brazos para abrasarla, apretujarla y levantarla al viento. Al verme también corrió hacia mi y al punto de fundirse nuestros cuerpos en uno solo...un flash de luz intensa me encegueció. Al cabo de unos segundos volvía mi visión gradualmente, no entendía que estaba sucediendo, la busque afanosamente...pero no estaba, pensamientos diversos pasaban uno a uno por mi mente... ¡no pudo esfumarse!, ¡seguiré sus huellas en la arena y estoy seguro que la encontrare! Baje la mirada para ver perplejo solo un par, eran demasiado grandes. Las de Lorena mas pequeñas y suaves no estaban impresas en la arena, como que nunca estuvieron.
No comprendiendo lo ocurrido pensaba...¿fue una mera ilusión? parecía todo tan real...quizás fue una frustrada esperanza.
Nicolas Jackson
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