hoy x la mañana volvi a releer algunas cartas que me enviaron por email algunos amigos, donde alguna vez me hacían algún comentario gracioso o profundo. Es curioso. La última carta la leí tres veces. La segunda más lenta que la primera y la tercera, disuelta en la espera de una respuesta.

Saben? anoche conversaba con un amigo que no veía en mucho tiempo. Me hablaba sobre los "castillos en las nubes", refiriéndose a que muchas veces en nuestros sueños se diseñan impresionantes edificaciones, el papel llega a soportarlo a veces, pero cuando lo ponemos en nuestra madre tierra ya no es igual y se derrumba por reacción. Al final de la conversación, mi amigo Felipe terminó diciendo "nunca seré un buen arquitecto, tan sólo un ser humano imperfecto-perfecto soñador". Y una pátina de tristeza brilló en sus ojos. Sobre nuestras cabezas, la luna. Elegante y Grandota. Redonda y Brillante. Rompiendo espejos en la noche.

Y luego vino el silencio.
El irremediable silencio.

Saben en qué pensaba? en la compleja composición de nosotros, como personas; les soy sincero, esta vez no me sorprendió encontrar a la luna ahí, quiza en otra noche esa extraña piedra entrecortada en el cielo me hubiera dibujado algún ademán de idea loca. Pensé esto y apreté mi pequeño cuaderno de apuntes que a veces llevo para quitarme esa manía de tener las manos en los bolsillos, mientras observábamos el cielo negro-negro sobre nuestras cabezas. Es curioso. La ausencia del color se encuentra en el negro, en la carabela de nuevos descubrimientos. El negro permite observar la belleza de las constelaciones, las que escriben la historia del universo, esa conquista fácil de otros mundos, de otras vidas, que nunca conoceremos sin la fuerza, la magia, la salvadora vivencia de la curiosidad.

Y después del negro, el miedo.
Miedo a lo incierto. Miedo a lo que vendrá mañana; miedo a refugiarnos en el pasado de las consecuencias presentes, que construyen supuestamente el futuro. Miedo, simplemente. Es tan largo el viaje, son tantos los horizontes! Ahora navegamos con cuidado, saltamos de dos en dos islotes que se alzan en el mar: mesas cubiertas de libros con portadas sin índice, un tema esperando para discutir y cenar.

Esta mañana al releer esas cartas, inmediatamente se me vino la pregunta acerca de si somos o no arquitectos de nuestro destino. Toda la vida creí que sí. Ahora ya no lo sé. Ambicionamos. Edificamos. Diseñamos. De cuando en vez, un te quiero vivo, blando y ágil. Esperando sin prisa la vejez, lo ajeno.

Me pregunto si algún día construiremos una comunidad social armónica, como aquella comunidad de belleza en el firmamento, levantándose para todos nosotros. Dulce ilusión de paz y de combate; ...me pregunto si algun dia esas deformaciones encadenadas sutilmente en el cielo nos regalaran un poco de su belleza para hacer nuestro presente y futuro mas posible. Me pregunto?...