Todo indicaba que ese día surcaría el mar de encuentros y desencuentros de la conciencia. Al despertar sintió la inseguridad, el temor, el miedo de comenzar la nueva lucha diaria. Se cobijaba fuertemente bajo las sabanas mientras abrazaba a su mujer, como esperando el sentirse querido por alguien para enfrentar de una buena forma su camino.
Nunca fue capaz de cruzar el puente que existe entre la pubertad y la madurez, transformándose en un ciudadano mas con la mascara de la seguridad falsa que usa la enorme multitud que ve caminar por el centro, que lo atrapa cada mañana en el metro que vive a su alrededor compartiendo el mal de hipocresía de la tierra. Si bien no es únicamente su culpa, ya que sus padres tienen mucho que ver en esto, ya que desde pequeño contó con una gran cantidad de cariño inmenso que le impedía adelantarse del resto de su entorno. Claro esta, que la mayoría de los padres pretenden hacer de sus hijos personas fuertes y capaces, pero en realidad generan un vínculo entre el cariño de la infancia y el temor de enfrentar la madurez, que forma personas débiles como una lámina de agua por dentro pero fuertes como una roca por fuera ante la vista de los demás.
Al llegar aquella mañana a su trabajo (que en el fondo detesta), sostuvo una conversación con el más triste de sus caracteres. Borboteo su fracaso por las paredes, blasfemo su propia existencia, no fue capaz de pararse un minuto del triste lugar, ato todos los nudos y su conciencia se transformo en la peor compañía que algún día hubiese querido sostener.
- RING RING, sonó durante un rato su teléfono, dudando en contestar
- Buenos días, es usted la persona que entrega información?
- Si claro…..mientras repetía como una grabación lo que ha diario debe contestar.
Pufff, son las 18:45, después de esa llamada no habrán mas de dos o tres durante toda la jornada. Día patético, insoportable, insostenible, lento, lleno de nada….
Al caminar hacia su casa disfruta mirar a las parejas que se besan en el Parque Forestal, como le gustaría a él ser uno de ellos, de sentarse y libremente poder besar a cualquier mujer. No como un acto de sexualidad extraña, si no como un mecanismo de libertad que no conoce.
Llega a su casa, cansado de nada, con un terrible dolor de cabeza y preparado para enfrentar lo que ha diario detesta.
Chesman
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