Primero perdí el apetito, luego y muy lentamente, fui perdiendo el oido, luego la vista. Allí quizá pase de los peores momentos ya que tenía un ardor constante en los ojos. Y cada vez, como que sentía que mi corazón se hinchaba, estaba más emocionable, más sencible.
En la cabeza quedaban apenas vestigios de lo que había sido mi cabellera. Molestamente, impidiendome casi respirar, varias veces al día sangraba por la nariz. Pero también, cada vez presentía más las cosa a mi alrededor, lo que sentía y llegaba a pensar la gente a mis alrededores.
Pasaron meses de este sufrimiento, hasta que comencé a perder movilidad, me aisle del mundo, me empotré en la cama... con dolores constantes, pero cada vez mas sencible... escuchaba voces, sentimientos, energía...y allí... flaco, sin fuerzas, me convertí en un ángel. |