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V-Ocho
Al ver sus curvas comencé a producir más saliva de la que podía tragar, su imponencia me hizo sentir sobrecogido, era tan recia que no pude decir una palabra, por mas que lo intenté solo alcanze a mantenrme de pie, haí contemplandola admirandola, atontado.
Parado frente a ella me sentí pequeño y si ¿porque no decirlo? Al verla desee poseerla y no descansé hasta que lo logré.
Ahora soy el flamante dueño de una bestia traga gasolina, una v-ocho.
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Texto agregado el 13-01-2005, y leído por 128
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