Sube Juana, fue la orden fría que escucho la mujer, ella obedeció y monto en ancas del bello animal, ayudada por varias manos, que gentiles se extendieron en su apoyo, los invitados gritaban, ¡vivan los novios! Ella de blanco sonreía y agradecía esas muestras de cariño y afecto. El tieso, firme, fuerte, su cara dura, sin expresión, quien no lo conociera diría que hasta presuntuoso.
Ay José nuestra niña, exclamo la mujer, dirigiéndose hacia un hombre de incipientes canas, que no le contestó, solo agacho la cabeza y sus ojos expresaron una gran melancolía....cuando quedamente murmuro...si... mi nena.
El camino desigual hacia que la pareja se moviera con acompasado movimiento, ¿Te gusto nuestra boda Pedro? Y ella misma se contestaba, fue tan bonita, ¿Te fijaste como lloraba tu prima? ¿Por qué la gente llorara en las bodas Pedro? El contento de la recién casada parecía no tener fin, el tieso, firme fuerte y su cara dura, sin expresión, guardaba silencio.
El caballo debido a lo escarpado y descompuesto del terreno, tropezó con una piedra y vacilo un breve momento, se oyó entonces la voz de Pedro decir, va una y volvió a guardar silencio, ¿Qué dijiste?....¿Te imaginas? ya somos por fin pareja. se escuchaba a si misma Juana. Un atardecer, con nubes que semejaban plumas naranjas y que se perdían en la cima de la sierra del cedral
El padrecito fue muy bueno, me dijo que tendríamos muchos hijos, que Dios nos estaba cuidando, comentaba Juana. Cuando una zanja del camino hizo que el caballo se cargara bruscamente a un costado, se noto una tensión en el cuello de Pedro cuando expreso...van dos.
Mañana me levantare temprano y vendré con la carreta para recoger mi ropa, de casa de mi madrina, hacia planes la recién casada y apretó los brazos del hombre, con ternura y casi se escucharon sus pensamientos como si fueran palabras, decir...ya es mi marido.
El caballo levanta la cabeza orgulloso, su piel brilla, su paso era firme, seguro, sus cascos golpeaban las piedras de rio que rodeaban la vereda, pero una piedra que no soporta su peso, rueda y el caballo espantado de nuevo el paso pierde. ¿Por qué te detienes Pedro? Bájate le dice el, cuando ya sus manos la tomaban de la cintura y la ponían en el pedregoso suelo, Pedro, se abrió la camisa y sacando una pistola que llevaba metida en la cintura, la apunto entre los ojos del negro animal diciendo... van tres..... y la detonación hizo que Juana ensordeciera y no pudiera oír caer pesadamente el cuerpo del animal que antes los transportara, ¿Por qué Pedro? Grita la sorprendida mujer, el tieso, firme fuerte y su cara dura, sin expresión, ¿estas loco? ¿ que no piensas? Y llena de indignación le golpea el pecho a Pedro, la que hasta antes de ese momento, era una feliz mujer.
Se oyó la dura voz de Pedro .........Va una....... |