La verdad de tu estela,
esa musa velada
que camina las aguas
profundas y certeras,
miente un llanto transverso
donde abrevar la herida.
Es la angustia suicida
de este último verso.

Navego
por las playas de tu piel
hasta encontrar escollos
subacuáticos.

Vence
la calma de tu voz
el frío de mi hartazgo.

Cumbre
de besos de cartón
inmolada una tarde
de olvido feroz.

La luz
de tu pupila nueva
es una lente
que fotografía mi cansancio.

Vago
por los pasillos del dolor
buscando un símbolo
que se ría de vos.

Encuentro sueños
apilados en la esquina
de una rima.