A iniciativa de nuestra amiga maravillas, esta columna de media semana lanzó invitación abierta para quien desee participar en la serie epistolar con motivo del IV Centenario de la publicación del Ingenioso Hidalgo, Don Quijote, y la respuesta no se hizo esperar. Margarita Zamudio se apresuró a dejar hermoso texto en el buzón, que no es otro más que mi libro de visitas (Borarje) como anfitrión de este espacio, el cual sigue abierto a la espera de más participantes (dejar en "privado"). Vamos pues a leer a Margarita:
Mi adorado Señor Don Alonso Quijano, Caballero de la Triste Figura:
Si yo, Dulcinea del Toboso, señora de mi señor Don Quijote, al que ando buscando desde hace siglos, supiera que por fin lo había encontrado y que él me había encontrado a mí...
Mi primera intención sería subir alocadamente las escaleras, en bata y zapatillas, llamar a su puerta y echarme en sus brazos. Pero luego, pensándomelo mejor, y un poco más sosegada, me habría dicho a mí misma:
”Dulci. No seas loca. Ese hombre lleva siglos buscando un ideal de mujer, un ser casi divino, puro, hermoso, sin defectos, atemporal y joven. No puedes presentarte a él de esta guisa."
Entonces, latiéndome el corazón con fuerza, pero invadida de temor, duda y ansiedad, cerraría mi puerta, iría al cuarto de baño, me retocaría el peinado, el maquillaje, me pondría mis mejores galas y me rociaría con mi mejor perfume.
!Un momento! ¿Es que para Don Alonso de Quijano no habría pasado también el tiempo? "
Por eso, mi Señor, Don Quijote.
¿Queréis dejar de soñar? Poned los pies en la Tierra, o en Marte, dondequiera que estéis, abrid vuestros cansados párpados, y miradme, que aquí estoy, ante vos, esperando que dejéis vuestras aventuras y sentéis la cabeza de una vez. Os ama desde siempre
Dulcinea del Toboso
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