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Inicio / Cuenteros Locales / sisifo / Desviaciones sobre un par de ideas ajenas

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Su nombre no tiene importancia, la verdad, pudo ser cualquiera, uno no elige esas cosas, simplemente pasan.
Basta decir con que la conocí un día cualquiera, en un momento sin importancia. Es extraño los instantes que se guardan en la memoria... de ese entonces solo recuerdo que un tango irrumpía en el atardecer con sus notas desgarrantes y limpias.
No la volví a ver hasta un mes después, a la salida de un concierto; parecerá estúpido pero no recuerdo quién se presentaba; honestamente no me importa lo que piensen, pueden dejar de leer si les ofende, poco a poco he ido dejando ese asqueroso vicio de explicar todo lo que hago y pienso, quizá este relato es el último vestigio; aún así el impulso que me guía las manos en este bailar con las teclas me es irresistible, tanto como lo que haría después.
Cómo la llegue a conocer, no es importante, basta decir que nos hicimos amigos.

Ahora ella esta aquí.

El hombre busca constantemente un significado para llenar ese instante que llamamos vida, unos encuentran su respuesta en lo divino, otros en el suicidio diario que llaman trabajo, pero la gran mayoría la busca en el amor.

Pero no siempre estuvo aquí. Antes era libre.

El amor esclaviza, crea sufrimiento, es puro sacrificio. Aún así buscamos el amor con desesperación, el sentimiento de ser necesitado nos embriaga, el poder sobre el otro nos enloquece, la presencia mutua nos consume.

Pero nos adelantamos, volvamos a ese tiempo.
No puedo describir la sensación que me arropó en ese instante. Yo quería gritar, pero las notas se ahogaban dentro.
Sentí que el vacío se expandía por mi cuerpo, arrancándome de mi mismo, su presencia me embragiaba, me llevaba al borde de mis límites. Contrario a todo lo que había esperado, el amor me pareció simplemente extenuante.
Aún así no me alejé, seguimos juntos, sufriendo en secreto, pues sé que ella también sufría; en tales aspectos éramos muy semejantes...

Nos reuníamos a menudo en el Café Piazzola, los suaves compases llenaban nuestras tardes de ocio... una voz dulce cantaba el éxito del momento "you spelled love but pronounced disappointment", la tragedia ahí reunida era casi agobiante. Me pareció un presagio, pero lo deseché casi inmediatamente.
Por ese entonces parecíamos una pareja normal, llegábamos a charlar del día, reíamos y bebíamos, cualquiera hubiera pensado que éramos dos enamorados felices que morían lentamente en el vértigo de la rutina.
Su amor ahora que lo recuerdo era muy peculiar. Cada quien profesa una única forma de amar que es irrepetible. Yo estaba seguro que mi amor, desgarrador y suicida era el único que sería capaz de experimentar y que ella era la única persona quien lo podría soportar.

Una tarde de lluvia nos refugiamos en el Café. De repente tomó la taza y se quedó absorta mirando su contenido, siempre adoptaba esa actitud cuando se prestaba a decir algo importante.
El amor, me dijo, no es un sentimiento jubiloso que se entrega cual si fuera un regalo. El amor nos encuentra nosotros y nos une en un vínculo de sacrificios donde lo único cierto que se tiene es la fortaleza del otro, es más como un juego sádico de desmembramientos, persecuciones y frustraciones. Una duda eterna que nos quema, pero que nos seduce hasta la muerte.
Suspiró y agregó, depende de cada uno.
Me quede absorto un momento. Se levantó y comprendí que lo hacía para siempre. Le tomé de la muñeca en el último instante, la miré con un gesto de súplica amenazante, me respondió la mirada como sin entender, sonrió levemente y se fue.
Aún no se que pretendió decirme detrás de todo eso, ni que esperaba yo al hacer lo que hice. Lo cierto es que no regresó.
Sería mas justo para la narración el decir que la busqué por todos los lugares que frecuentábamos y que al final la encontré, sola, calada hasta los huesos por la lluvia, sentada al borde del camino mirando el agua arremolinarse en el desagüe, que la abracé y volvió a mi.
O decir que la soledad y el despecho me consumieron al grado de utilizar todos los medios a mi alcance para dar con ella, y, finalmente en un arranque frenético de ira la destrocé.
Pero eso no haría honor a la verdad, cosas así sólo pasan en las novelas de segunda.

Ahora estoy solo....

Pero, ¡¿Qué pasa con ustedes?!
¿Acaso su cinismo no es ya suficiente?

Les advertí que no continuaran leyendo.


Texto agregado el 12-01-2005, y leído por 110 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
17-01-2005 Me gusta el juego con el lector y el cinismo del narrador. Muy bueno. Aniuxa
 
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