De la colección Semana de Romance y Misterio
Estás, siempre estás, sueñe lo que yo sueñe, ya sea internándome en esas calles polimétricas, transformadas ellas en mi subconsciente hasta hacerlas irreconocibles, ya sea que me adentre en interminables laberintos o en esos paisajes reinventados por mi percepción dormida, sea como sea, siempre estás. Me sonríes desde el fondo de esas enloquecedoras escenografías y yo trato de aproximarme a ti para lograr un mendrugo de palabras, un rastro de besos, el hálito de una caricia, mas, te evades entre esos territorios que conoces mejor que yo y te apareces más tarde semi oculta en las almenas de un castillo de piedras, con ese rostro que no es rostro sino la suma y concepción ideal de mis anhelos. Aguardas, coqueteas, te rindes y cuando creo tenerte a mi merced, te transformas en gacela y huyes por esa sabana descolorida que rearmo cada vez que necesito sustentar mis sueños de aventuras. Estás en mis oníricas intervenciones con esos personajes que no son mis padres y que sin embargo los reconozco en esencia, estás cuando me mezclo con esos amigos de rostros maleables, acribillados por multitud de características intercambiadas en la licuadora de mis recuerdos, estás, sonriente y picaresca, ajena e involucrada, serena y juguetona, eres todas y eres tú, reconocible y persistente, enriqueciéndote sueño a sueño con esos genes imprecisos que he robado para ti. Te he imaginado de una y mil formas y ya despierto, te he añorado como la mujer ideal, inquieta, silenciosa, que me merodea y me abisma con su cadenciosa existencia y sus múltiples misterios, he intentado reconocerte en la multiplicidad de rostros que giran por mi existencia y allí estás a retazos, con tu sonrisa inserta en aquellos labios y mirándome desde esos ojos inmensos, mientras tu cuerpo se materializa en cada una de aquellas mujeres que transitan por mis veredas cotidianas. Y cuando me interno una vez más, en las abruptas somnolencias de mis avenidas nocturnas, allí me esperas, irreconocible pero mía, conceptual e intangible, perpetua y virginal recorriendo campos fosforescentes iluminados por esas lunas inconstantes. Allí estás, fogosa, viva, pero inalcanzable, habitando mis sueños, desde siempre y para siempre y me resigno a perseguirte con estos pasos que no son pasos y esta fatiga que tampoco es fatiga, ya con la percepción penosa e ineludible que nunca serás para mí, aunque estés a la ínfima distancia de una caricia y a suspiros de un beso...
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