De la colección Semana de Romance y Misterio

Preparó aquel muñeco que cabía en la palma de su mano y lo impregnó de una materia extraña. Luego, con furia, clavó un par de alfileres en su pecho de lana tosca. Mientras lo hacía, una sonrisa diabólica iluminaba su rostro moreno. Pronto acabaría todo. En efecto, segundos después, caía fulminado a causa de un ataque cardíaco. El muñeco, fabricado a su imagen y semejanza, resbaló de su mano yerta y quedó abandonado en el piso como un macabro juguete…