La pequeña Cloti fue un ser angelical desde que na-
ció,educada en un ambiente burgués y con fuertes
connotaciones religiosas,creció en una casa que al-
bergaba en su interior numerosos objetos sacros;
crucifijos,pinturas bíblicas,olor permanente a incien-
so y los diez mandamientos se cumplían con rigor.
Inmersa en tal contexto,pronto mostró una clara in-
clinación por ingresar en una orden y vestir hábitos
para de esta forma alcanzar verdadera plenitud es-
piritual.
Sor Clotilde vió cumplido sus sueños,hizo promesa de sus votos en una orden de religiosas que asistían
a enfermos terminales dándoles consuelo moral en su último aliento,durante muchos años ayudó a mo-
rir mejor a todo aquel que lo necesitara,en su ago-
nía les dibujaba la belleza de la otra vida,susurran-
doles en el oido el sosiego y la paz que iban a en-
contrar cuando cruzaran al otro lado.
Así pasó toda una vida dedicando cada minuto,cada
segundo,con fe inquebrantable y una entrega des-
medida a la labor que tenía encomendada.
Cierto día,mientras asistía a un moribundo,sor Clotil-
de se desvaneció,las hermanas que le acompañaban
la postraron rapidamente en la cama contigua a la
del enfermo,estaba pálida,sudorosa,su piel muy fría,
sintió que su hora se aproximaba y una sensación
aterradora se apoderó de ella,le crujieron los dien-
tes hasta hacerle sangrar las encías,la flema le re-
bosaba por la boca,los labios se le agrietaron provo-
candole profundos surcos,espeluznantes blasfemias
escupían una lengua descontrolada y demoníaca,en
un último atisbo de luminosidad comprendió que la
muerte no era aquello tan dulce que tantas veces
había explicado. |